domingo, 13 de marzo de 2022

MEDIA COLUMNA dom 13 marzo 2022. "La boca del cocodrilo"

 MEDIA COLUMNA

La boca del cocodrilo


Jorge Morelli


Petroperú sostiene que el alza brutal de precios, de entre 5% y 13%, en las gasolinas y el diesel vehicular se debe al alza internacional por la crisis de Ucrania.

                    Sin embargo, el hecho es que luego de subir                                        hasta los US$ 130 por barril, el petróleo ha                                          bajado a US$ 109 el barril.


Todo indica, más bien, que el alza de precios se debe a otras razones. Desde 2016, el alza constante de los precios de los combustibles ha servido -se especula- para financiar el gasto monstruoso en la construcción de la Refinería de Talara, un elefante blanco que le ha costado al Perú más de 5 mil millones de dólares. Hoy, la clasificadora de riesgo Fitch Ratings ha calificado a la baja recientemente a Petroperú bajando a la empresa estatal de BBB a BBB-, último nivel compatible con el grado de inversión.


La norma vigente ordena que exista un precio de referencia para los combustibles, a cargo del regulador Osinergmin. La idea es que el precio de venta final al consumidor no se aleje mucho del precio internacional. 

 


Como puede verse del gráfico respecto del Diesel 2 (D2 Perú), el precio final de venta (en color naranja) que fija el oligopolio de Petroperú y Repsol siguió solo hasta agosto de 2016 el precio internacional del petróleo de Texas (WTI) (en color azul), que es el que el regulador usa como base para el precio de referencia.


A partir de enero de 2017, el precio del combustible que pagan todos los transportistas -y el público en general en los pasajes-, comenzó a subir muy por encima del precio de referencia. La diferencia entre el precio de referencia que debimos pagar y lo que los peruanos efectivamente pagaron hasta el enero de 2021 se ve en la distancia que separa la línea naranja, que no cesa de subir, de la línea que era el precio internacional entonces (en color azul).


Esa brecha equivalía en enero de 2021 a unos 5,414 millones de soles solo en diésel. Es lo que el Estado le sacó del bolsillo a usted, que tiene su carrito o a usted que paga diariamente uno o más pasajes de ómnibus para llegar a su trabajo y de vuelta a casa. Es un dinero que el Estado no tenía derecho a quitarnos y que nos debe a todos los peruanos que usamos un transporte todos los días, y a los transportistas que nos prestan ese servicio.


El organismo regulador declaró hace un año sobre esa situación que cumplía con publicar los precios de referencia, pero que las empresas productoras fijaban los precios finales, lo que estaba más allá de su control. El regulador, en suma, estaba pintado en la pared. Y no informó de esa situación al público. 

Como puede verse, esta situación abusiva, que viene de hace cinco años, fue impuesta por el oligopolio de las dos petroleras que dominan el mercado -Petroperu y Repsol, que fijan los precios finales-, y ya era un escándalo mucho antes de la coyuntura de hoy.

Más de un año después, y luego del impacto en los precios de la pandemia y la crisis ucraniana, que ha disparado los precios de los combustibles, nadie sabe con claridad en qué medida el alza incesante que el oligopolio ha impuesto a los peruanos en el último año refleja lo ocurrido con los precios internacionales o si , por el contrario, los precios finales han ido  mucho más allá por encima de los precios internacionales, tal como venía ocurriendo desde 2016.

 

jueves, 10 de marzo de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 9 marzo 2022 "Solo nos queda la calle´ dijo la oposición"



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“Solo nos queda la

calle”, dijo la oposición

 

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Aparentemente, el entorno de Pedro Castillo tortura al mandatario con el fantasma de la “humalización”. A saber, que sería para él una verguenza y un deshonor repetir la “hoja de ruta” de Ollanta Humala que, en esa versión interesada, es una especie de traición a los ideales de izquierda para abrazar el culto satánico del neoliberalismo.

 

Esa acusación, sin embargo, no es sino una mala lectura de los hechos de la historia política latinoamericana, en la que son muchos los casos en que esa transición ha estado llena del mérito de gobernantes que a mucho honra y con sacrificio hicieron ese camino por el bien de sus pueblos. Humala no es sino uno más -y ciertamente no el paradigma- de la larga lista de mandatarios que, en el trance de colisión de su ideología con la realidad, tuvieron la valentía y la honradez de dejarla de lado para elegir lo que mejor convenía al país que se le había encomendado gobernar. Los nombres de ilustres presidentes que llegaron al poder con un programa de izquierda radical pero tuvieron la lucidez de deshacer en una segunda oportunidad los errores monumentales cometidos en la primera incluyen, por ejemplo, al presidente boliviano Víctor Paz Estenssoro, quien en su segundo gobierno deshizo los males causados en el primero. Nada menos que al propio Alan García el pueblo peruano le concedió generosamente la oportunidad de hacer lo mismo, y lo hizo.

 

Y están también aquellos otros que, sin necesidad de ensayar el error, no bien conocieron las circunstancias reales en que les había tocado en suerte gobernar, moderaron o incluso desecharon su programa inicial y comprendieron por la sola fuerza de la lucidez que los hechos obligaban a esa transición en el curso de semanas o meses, y lo hicieron sin traicionar sus convicciones primeras. Destaca en el Perú entre todos ellos especialmente el nombre de Alberto Fujimori.

 

En ese mismo camino ha llegado para Pedro Castillo la hora de tomar la decisión política de su vida. La misma que tomaron los estadistas que en su hora crucial se negaron a ser una triste anécdota más en la historia de su país, que es la de quienes nunca aprendieron a gobernar por no querer negociar incluso si el pueblo le entregó un poder dividido entre el gobierno y la opósición. Negociar no es un deshonor, es un mandato y un deber cuando el pueblo vota así.

 

Por lo mismo, ha llegado también la hora de que la oposición comprenda lo que le toca en este momento. Luego de renunciar democráticamente a los llamados de algunos que en la primera hora hablaban de tocar las puertas de los cuarteles, la oposición  ha empleado un año entero en agudizar el conflicto de poderes para intentar la vacancia de la Presidencia sin haber alcanzado antes los votos del Congreso. Sin comprender ahora que ese camino ya es practicamente inviable, insiste en lo mismo. Algunos, sin embargo,  llevados por el desencanto,  van más alla y lanzan un grito de batalla que cae ya fuera de la democracia, la ley y el Estado de Derecho: “solo nos queda la calle”.

 

Pies bien, la calle tuvo su oportunidad una vez más en la última de las marchas que meritoriamente han contenido a lo largo de este año los avances de los sectores extremistas en el gobierno. Deben continuar pero no en el objetivo de conseguir la vacancia por la vía de los hechos consumados del golpe de masas, prolegómeno de la guerra civil a la que nos dirigimos ciegamente por ese camino. Hoy, las últimas marchas convocadas tanto para forzar la vacancia como para cerrar el Congreso han sido un fiasco. Sí, un fiasco - digámoslo con todas sus letras-. 


Es hora ya de entender que no habrá vacancia, ni golpe de la calle, ni disolución, ni constituyente, porque el pueblo peruano no quiere ninguna de esas cosas. Y que lo que queda, además de mantener la presión para detener al extremismo, es que Pedro Castillo comprenda que no hay deshonor ni vergüenza en la decisión política más importante de su vida, que es la de renuciar a la asamblea constituyente -como ya lo hecho al rechazarla rotundamente- para dar luego los pasos que hagan posible alguna gobernabilidad aunque sea provisional que permita sacar al Perú de la parálisis en que se encuentra.

 

Para gobernar hay que tener como estandarte la gran sentencia de Bismarck: “la política es el arte de lo posible”.

 

 

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jueves, 3 de marzo de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 2 marzo 2022 "La Batalla de Majes"

 

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La batalla de Majes

 

Jorge Morelli

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En medio del oscuro panorama del páis, se ha ganado una gran batalla por Arequipa.

 


La llamada Adenda 13 ha sido aprobada por el Gobierno Regional de Arequipa, se ha derrotado al enemigo en la batalla por el gran proyecto Majes Siguas con sus 38,500 hectáreas que son la promesa de la agroindustria de exportación de Arequipa.

 

Pero el sabotaje sistemático al proyecto llevado a cabo por los rojos no va a parar acá.

  

Todo comenzó cuando el Cusco logró quitarle a Arequipa gran parte del agua para Majes, lo que se tuvo que compensar invirtiendo en entubar el agua que llegaría hasta Majes para evitar la evaporación de los canales abiertos. Esa inversión adicional requirió una adenda al contrato. Esa es la Adenda 13 aprobada hoy.

 

Pero la guerra va a continuar. Los rojos ya intentan que el Consejo Regional reconsidere la votación que aprobó la Adenda. Si vuelven a perder esta escaramuza, como es probable, tratarán de traer a Majes a las huestes que asolaron el valle del Tambo para detener el proyecto Tía María.

 

En efecto, el objetivo es paralizar el proyecto Majes por otra década si fuera necesario hasta que el Gobierno Regional de Arequipa dé su brazo a torcer y venda las tierras de la gran irrigación en unidades de cinco hectáreas. La narrativa política es que eso es lo que los pequeños agricultores necesita. Es una narrativa falsa. 


La prueba es que el hermano mayor de Majes Siguas, el proyecto Majes I, fue arruinado precisamente por esa misma mala decisión. No hay rentabilidad posible en ocho mil parcelas de cinco hectáreas cada una en el nuevo Majes. No puede haber un manejo racional del agua. No hay economía de escala.  

 

Una agroindustria de escala requiere que las parcelas sean como mínimo de cien hectáreas cada una. En 38,500 hectareas, habría menos de 40 empresas agroindustriales modernas. Pero la narrativa demagógica de los rojos dice al pueblo de Arequipa que las gran empresa de Lima o los chilenos se preparan para despojarlos.

 

Es posibles, según se debate, separar un 20% del total de las 38,500 hectáreas para venderlas en unidades de cinco hectáreas. En tal caso, unas ocho mil hectáreas albergarían 1,600 parcelas. Así, es impracticable el manejo racional del agua. Eso fue lo que arruinó el viejo Majes I.

 

Pero es posible debatir de manera civilizada cuál sería el combo óptimo -seguramente hay más de una- que aloje al mismo iempo las necesidades técnicas y las prioridads ”políticas” y evitar así la colisión social frontal que es lo que los rojos buscan. A eso conduce polarizar el tema entre extremos cuando la solución puede estar en proponer y debatir los varios puntos intermedios posibles para una solución equitativa y  rentable al mismo tiempo.

 

Hace falta que esos 1,600 agricultores arequipeños en las ocho mil hectáreas puedan disponer de las herramientas legales formales para asociarse, por ejemplo, en 40 empresas formales que manejen 200 hectáreas cada una. Empresas modernas que puedan emitir acciones y cotizar en bolsa para levantar capital y acceder a los mercados de capital y al crédito formal local e internacional.

 

Preparar los dispositivos legales para hacer eso posible, por ejemplo, es la labor que realizará la comisión especial llamada “Capital Peru” que el Congreso acaba de crear siguiendo los lineamientos que Hernando de Soto viene proponiendo para la propiedad de la tierra, precisamente para casos como el de Majes-Siguas.

 

Esta es la manera de desactivar el cocter molotov que los rojos preparan. Está en juego acá no una narrativa política cualquiera, sino la historia de Arequipa.

 

 

  

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jueves, 24 de febrero de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 23 febrero 2022. "Una candidez pueril otra vacancia"


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Una candidez pueril 

otra vacancia


 

Jorge Morelli

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Pedro Castillo es el enemigo equivocado. El verdadero enemigo es La Habana, Caracas, el Foro de Sao Paulo, y sus agentes locales.

 

Castillo es un hombre astuto, aunque débil, a quien el enemigo maneja con la sola amenaza de apoyar la vacancia que la oposición demanda.

 

Pero nada le conviene más al enemigo que la vacancia. Es simple: si hay vacancia, la oposición aparecerá como responsable de la caída del gobierno de la izquierda 

 

Ir a nuevas elecciones en ese escenario esperando ganarlas -como piensa la oposición- es una candidez. Solo entrará en un vértigo que requerirá más vacancias hasta poner en la Presidencia a quien presida el Congreso. Eso convertirá la elmección de la próxima Mesa Directiva, en cuatro meses, en una batalla a muerte, puesto que definiría al hipotético presidente. Los peruanos verán al Congreso elegir al presidente sin que ellos tengan voz ni voto en ese circo.   

 

En un escenario como ese -así ocurrió en Bolivia-, Evo convencerá fácilmente a los aimaras de Puno, a los quechuas del Cusco, a los  chancas de Apurímac, a los huancas del Mantaro, a los chotanos de Cajamarca y hasta a los chachapoyas de Amazonas de que los blancos de Lima les han robado su gobierno. Sí, los blancos, digámoslo con franqueza y sin comillas.

 

Entonces habrá desaparecido la pugna actual entre derecha e izquierda para mostrar el abismo de la división más profunda del Perú, de raíz étnica, donde poco importa ya que Castillo sea o no un comunista o un moderado de izquierda porque simplemente tiene el mismo color de piel que la mayoría burlada. Y eso prevalecerá en las urnas.

 

Las guerras se pierden por luchar contra el enemigo equivocado. La mejor estrategia para la oposición hoy es plantear a Castillo, una y otra vez, un canje político donde el gobierno renuncia pública y definitivamente a la asamblea constituyente y la oposición renuncia a vacar la Presidencia.

 

Incluso si ambas partes fingen esa danza, el país ganará tiempo. Si la palabra de ambos es firme , en cambio, el Perú habrá ganado definitivamente al desactivar la bomba de tiempo.

 

Eso bastará para desnudar y exponer al verdadero enemigo ante los ojos de los peruanos, y le arrebatará el arma de que actualmente dispone para extorsionar al presidente.

 

Caso contrario, en cambio, que se prepare la oposición para perder nuevamente unas elecciones que tontamente asume ganadas de antemano.

 

   

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jueves, 17 de febrero de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 16 febrero 2022 "La consigna inútil"

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La consigna inútil

 

 

Jorge Morelli

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No habrá negación de confianza, ni disolución “fáctica” del Congreso, ni vacancia de la Presidencia, ni constituyente. Y tampoco habrá destitución de Castillo por acusación constitucional. Al menos no dentro de la ley. Ninguno de esos eventos puede tener lugar ya dentro de la ley.

 

La vacancia de la Presidencia es una barbarie carente de legitimidad porque no tiene debido proceso. Incluso si el Congreso aprobara una rebajita en el número de votos necesario, seguiría siendo una barbarie ilegal, porque las leyes no son retroactivas.

 

La acusación constitucional sí tiene debido proceso. Consiste en que, una vez admitida, la subcomisión respectiva tiene una semana para nombrar a los miembros del grupo que acusa, este tiene una segunda semana para efectuarla ante la subcomisión de Acusaciones, que tiene una tercera semana para debatirla. Ya van 21 días útiles, un mes real. La acusación irá enonces a la Comisión Permanente, que no tiene plazo para pronunciarse y que, de hacer suya la acusación, la elevará al Pleno del Congreso, que tampoco tiene plazo para agendarla. El debido proceso toma unos tres meses.

 

Suponiendo que el debido proceso llegue a una votación del Pleno, habrá supuesto que el fondo de la acusación haya merecido la aprobación en tres instancias: subcomisión de Acusaciones, Comisión Permanente y Pleno. En las tres se habrá tenido que probar lo que la acusación alega: la traición a la patria por las declaraciones de Castillo sobre la salida al mar para Bolivia.

 

Como esa salida sin cesión de soberanía ha sido ofrecida a Bolivia varias veces desde que lo hiciera por primera vez Alberto Fujimori en 1992, hace 30 años, sin dar lugar a acusación alguna, en esta oportunidad la acusación constitucional necesitará probar que Castillo habló de cesión de soberanía implícitamente, ya que explícitamente no lo hizo. Pienso que eso va a resultar imposible de probar.  

 

La oposición necesita cambiar de estrategia respecto del gobierno de Castillo. Ha ganado la batalla contra la disolución “fáctica” del Congreso, que ya es inviable dentro de la ley; ha ganado también la batalla contra la asamblea constituyente, que ya es imposible dentro del orden constitucional; y ha tumbado a dos gabinetes, uno comunista y otro caviar.

 

Hay que saber cuándo parar. Destituir al presidente sin pruebas es una barbarie ilegal más. Y nadie sabe ya qué puede resultar esta vez del vacío de poder de otra decapitación presidencial en la guillotina del Congreso, porque la conspiración del eje La Habana-Caracas-La Paz contra el Perú es real y está a un paso.

 

Pero eso no quiere decir que el pueblo peruano esté de acuerdo con derrocar a un gobierno de manera ilegal, aun si ha perdido su legitimidad. Por eso la consigna de la oposición de sacar a Castillo de cualquier manera no es solo equivocada, es inútil.

 

   

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jueves, 10 de febrero de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 9 febrero 2022 "La salida está delante, pero no la vemos"

 


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La salida está delante,

pero no la vemos

 

 

Jorge Morelli

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No va a haber negación de confianza, ni disolución “fáctica” del Congreso, ni vacancia de la Presidencia, ni constituyente. Ninguna de esas cosas puede ya ocurrir dentro de la ley, cuando menos. En adelante, el único modo de que esos eventos podrían tener lugar es fuera de la Constitución, del Estado de Derecho y de la democracia.

 

En lo inmediato, tampoco habrá ya gabinete cerronista, ni caviar. Ambos tuvieron su oportunidad: los primeros con Guido puka, los segundos con Mirtha. Ambos fracasaron. Castillo ha decidido que es su turno y ha puesto a sus paisanos, los únicos en quienes confía, en Interior y Defensa -Policia y FFAA-, donde caviares y cerronistas venían disputándose el monopolio de la fuerza. Ahora lo tiene Castillo.

 

En la economía, respecto de la cual afortunadamente a la izquierda ya no le quedan doctrinas, Castillo ha puesto a un tecnócrata del MEF, y a un constitucionalista en la Cancillería para apaciguar el frente externo.

 

Sin embargo, el tema crucial del Perú hoy es el de las comunidades y las minas. Las Bambas, que se halla en Apurímac, sigue bloqueada por comunidades del Cusco, lo que está causando, con razón, creciente irritación del gobierno regional de Apurímac. Aquí están involucrados Energía y Minas y Ambiente. En el primero, Castillo había puesto a una abogada cuya posición sobre la inversión minera, sin embargo, no se pudo conocer aes de que fuera cambiada. En Ambiente, en cambio, había colocado a un radical antiminero que se proponía bloquear la inversión en recursos naturales y expulsar del Perú a las empresas extranjeras, comenzando por Repsol, aunque el país se quedara sin inversión y sin combustible. Ambos no van más. En Ambiente se halla ahora por primer a vez un respetado miembro de la comunidad científica. Es de esperar que se resuelva ahora la guerra que, luego de años, no ha logra aún
decidir entre Ambiente y Energía y Minas quién es Napoleón y quién es Josefina.

 

La paradoja es que el enfrentamiento entre las comunidades y las minas, el problema  crucial del Perú de hoy, es un falso problema. La solución es consolidar una verdadera propiedad del suelo y formalizarla para convertir ese inmenso activo en capital y negociar esas acciones en las bolsas de Nueva York, Shanghai, Londres o Toronto. Es lo que ha propuesto De Soto al Perú y al mundo. Es el silencioso clamor de los humildes del planeta.Pero es una propuesta capaz de contentar a todos, sin excepción: comunidades y empresas, derecha e izquierda, caviares y camaradas. Porque ataca el problema en la raíz para liberar al árbol hasta sus hojas. Si esa propuesta es aplicada hoy y tiene éxito, el Perú saldrá adelante.

 

Para ese fin, la constituyente no solo es innecesaria, sino contraproducente. Las asustadizas aves de la inversión no volverán al Perú mientras ese espantapájaros siga allí. Despejar esa tonta amenaza permitirá, por el contrario, Delaney nosotros mismos -como un país soberano e independiente, y no con parásitos advenedizos de por medio- nuestros recursos naturales con China, Rusia, Estados Unidos o Europa, las grandes potencias globales que los requieren para la economía del siglo XXI.

 

La salida está delante de nosotros, pero no la vemos. 

 

 

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viernes, 4 de febrero de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 2 febrero 2022. "Por qué fracasan la izquierda y la derecha"

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Por qué fracasan la

izquierda y la derecha

 

 

Jorge Morelli

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No habrá ni disolución del Congreso, ni vacancia de la Presidencia, ni asamblea constituyente.

Tampoco habrá gabinete de camaradas, ahora que la caviarada ha fracasado en el premierato.

Pero la izquierda seguirá fracasando en el gobierno, porque hay una brecha enorme entre su composición de lugar y la realidad. Lo que caviares y camaradas necesitan es madurar, refundar la izquierda peruana. Pero no de arriba hacia abajo, desde prejuicios doctrinarios, sino de abajo hacia arriba, mirando la realidad en primer lugar, como José Carlos Mariátegui y José María Arguedas, desnaturalizados más tarde por demagogos que se apropiaron de la izquierda.

No obstante, madurar es lo que necesita también la otra orilla.

Veamos. ¿Por qué han fracasado Macri en la Argentina, Piñera en Chile, y están cerca de hacerlo Duque en Colombia y Bolsonaro en Brasil?6

¿Y por qué fracasa la izquierda nuevamente con los Fernández en Argentina, y va a hacerlo en Brasil de nuevo con Lula (que volverá al gobierno), o probablemente en Chile, con Boric?

Mención aparte merecen Venezuela, que no es una democracia, y el Perú, que es el laboratorio de ensayo-error más desaforado de todo América del Sur. Acá han fracasado en los últimos 20 años o lo están haciendo Castillo, Sagasti, Vizcarra, Kuczynsky, el segundo alanismo, y Toledo. Alguno en grados, los demás estruendosamente. Pero también antes de ellos, por omisión Fernando Belaunde, y estrepitosamente el primer alanismo, todos por mala lectura de la realidad, de izquierda o de derecha.

Desde luego, cada experiencia fallida tuvo o tiene sus propias circunstancias particulares, únicas e irrepetibles, pero también tienen todas ellas al menos un factor en común. Pienso que la derecha o la izquierda llegan al gobierno, pero no al poder, porque las nuestras, en Sudamérica, son democracias de baja gobernabilidad incapaces, por eso mismo, de resolver los problemas del pueblo.

Fujimori es el único del que se puede decir que no fracasó en el Perú. Pero fue porque, cuando se vio amenazado por la vacancia y sitiado entre una economía en escombros y la insanía terrorista, replanteó las reglas del juego de la gobernabilidad. Solo entonces pudo gobernar, parar en seco la hiperinflación, derrotar al terrorismo senderista, y volver al orden constitucional en menos de un año. Lo anunció en Las Bahamas en mayo de 1992 y el nuevo parlamento se instaló el 30 de diciembre, ocho meses después. Pero no fue el 5 de abril lo que hizo posible la gobernabilidad, fue la Constitución de 1993 lo que la hizo posible, y permitió al Perú un crecimiento que le ha tomado a la demagogia de izquierda 30 años derribar.

No basta romper huevos para hacer tortillas. La prueba de que no fue el 5 de abril lo que logró la gobernabilidad es que cuando Vizcarra intentó su propio “5 de abril” disolviendo inconstitucionalmente el Congreso el 30 de setiembre de 2019, la decisión condujo, un año despúes, a la vacancia de su propia Presidencia el 9 de noviembre de 2020.  

El desafío hoy es construir la gobernabilidad de abajo hacia arriba, prestando atención primero a lo que existe en la realidad, la necesidad del pueblo de acceder a una verdadera propiedad formal de la tierra y al capital.

Y añadir en nuestro caso, esta vez, un indispensable rediseño del balance entre los poderes del Estado en el capítulo político de la Constitución del 93. No basta la separación de poderes, debe haber equilibrio entre ellos. Y no lo habido nunca en el Perú desde la fundación de la República.

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