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MEDIA
COLUMNA
Nuevo
enemigo
equivocado
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Es
pasmosa la facilidad con que la oposición pierde de vista sus objetivos políticos
para irse detrás de la primera cacería de brujas que la caviarada le pone
delante.
Lo que la
oposición debía hacer luego de la elección de la Presidencia del Congreso era
enfocarse en derogar expeditivamente las dos normas recientes sobre
tercerización y sindicalización que han terminado de confundir a trabajadores y
empresarios sobre las reglas básicas de su relación.
La
oposición debía tener en mente, además, que derogar esas dos normas es
insuficiente. Porque no basta con regresar al estado de cosas anterior, que ya
era inaceptable. La legislación laboral peruana ha sido convertida en un
laberinto sue solo algunos conocen, ya sean abogados de empresas (las que
pueden pagarlos) o profesionales de la negociación sindical, como el propio
Castillo.
La
tercerización y la sindicalización necesitan un marco legal bien hecho. Pero la
oposición no se ha tomado la molestia de proponer a los trabajadores un
proyecto de ley que sea vehículo de una nueva relación -clara y simple- entre
el trabajo y el capital. No tiene tiempo para esto.
Lejos de
ello, por el contrario, se va detrás de la oportunidad de censurar
a la Mesa Directiva del Congreso sin haberse planteado siquiera cuál es el
objetivo político de tal cosa.
Le basta el argumento de que se trata de una cuestión de principios,
escondiendo que es en realidad solo.la ocasión de elegir a quién
poner mañana en Palacio a convocar elecciones adelantadas, en vista de que la Mesa anterior resultó en lo contrario de lo que la oposición quería. No hay
garantía alguna de que el nuevo resultado sea mejor para ella. Lo que ha
prevalecido es que nunca hay que dejar pasar la oportunidad de
mostrar poder enviando a alguien más a la guillotina, a pesar del riesgo de que
en una semana la Presidencia del Congreso pueda terminar en manos del
oficialismo.
Esta
confusión pavorosa es lo que sucede a quienes son incapaces de definir con
claridad quién es el enemigo. Un año ha pasado la oposición creyendo que el
enemigo es Castillo y gastando pólvora en su tonto plan de vacar la Presidencia.
Ha fallado ya dos veces y, sin haber aprendido, ahí va ahora por la tercera. La
censura de la Mesa ha sido el ensayo de una jugada de laboratorio que
ahora ya no cuenta ni siquiera con el factor sorpresa.
Castillo
no es el enemigo. Fiel a su formación política, es un negociador sindical que
hoy dice lo que cree que la otra parte quiere oir y mañana se retracta porque
cree que ha pedido poco. Pasado mañana se retractará nuevamente si cree que ha
ido demasiado lejos y que la negociació puede romperse. Es lo que hace. No sabe
más.
El
enemigo -no me cansaré de decirlo- es el eje La Habana-Caracas-Evo-Cerrón al
que sirve de tonto útil la caviarada, ambos tras el control estatal de los
recursos naturales del Perú para sobrevivir en la economía global del siglo
XXI.
En cuanto
a la oposición, es su propia confusión lo que ha terminado de debilitarla una
vez más en beneficio del enemigo.
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