jueves, 10 de enero de 2019

ESTA NOCHE sábado 5 enero 2019


 
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MEDIA COLUMNA
Cuáles trenes bioceánicos    


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Sebastián Piñera fue a Brasilia a la juramentación de Jair Bolsonaro y llegó a un acuerdo con él que cambiará la historia de América del Sur. Chile es el socio estratégico de Brasil en la región y en esto pesa hoy también la afinidad personal de Bolsonaro con Piñera, que ahora tomará una dimensión geopolítica.

El anuncio luego de la entrevista presidencial fue el siguiente: los socios estratégicos construirán un tren bioceánico desde un puerto en el Atlántico brasileño hasta la costa de Chile en el Pacífico. El tren llegará hasta los tres puertos del norte de Chile, uno de los cuales será con seguridad el de Mejillones, un megapuerto de aguas profundas capaz de recibir superbuques masivos para exportar al Asia. El megapuerto comenzó años atrás con inversiones del grupo chileno Luksic.  

Por declaración del propio Piñera, que no deja lugar a dudas, sabemos que el tren no pasará por Bolivia. Por razones ideológicas para Bolsonaro, es de suponer, quien no quiere saber nada con Evo Morales y su combo bolivariano, y razones geopolíticas para Chile, que no confía en Bolivia y no permitirá que su acceso al Atlántico dependa de un país cuya política exterior lo ha llevado a rastras hasta La Haya con su reclamación territorial a perpetuidad de una salida soberana no negociable al Pacífico.

Evo, sin embargo, está empeñado en reclutar capitales europeos para otro tren bioceánico, uno que vendría hasta Ilo en el Pacífico peruano desde Brasil pasando por territorio boliviano -un asunto conversado hace poco con el gobierno de Martín Vizcarra en el último gabinete binacional-.

Pero no parece factible que Brasil vaya a construir simultáneamente dos ferrovías -una por Bolivia y otra no- para arribar prácticamente al mismo lugar, como serían Mejillones en Chile e Ilo en el Perú.

Más bien, desde el punto de vista del interés peruano, el objetivo estratégico de Brasil está en la propuesta del presidente y el premier chinos en sus respectivas visitas a Brasil y al Perú, relativamente recientes: el tren bioceánico desde Sao Paulo en el Atlántico hasta Paita en el Pacífico peruano.

Desde Paita, en el punto más occidental de toda América del Sur, el viaje es mucho  más corto hacia China que desde los puertos chilenos. Y en Paita se encuentran, además, los fosfatos de Bayóvar -en manos de la empresa brasileña Vale do Rio Doce- que Brasil necesita como fertilizante para su masiva agricultura de la soya que vendrá en el tren desde Brasil para ser exportada a China en cantidades crecientes.

El tren bioceánico a Paita cobra nueva actualidad hoy precisamente porque, de resultas del acuerdo brasileño-chileno (que haríamos bien en dar por cerrado), al Perú se le hará cuesta arriba el proyecto boliviano por más que la llegada a Ilo apele al corazón moqueguano del presidente Vizcarra, una cuestión sentimental que no justifica la inversión. Similares consideraciones hacia Bolivia desafortunadamente tampoco tienen el peso económico necesario para hacer la diferencia.
    
Obviamente, los chinos ofrecieron financiar el tren al norte del Perú, lo que EEUU no ve con demasiada confianza. Por lo mismo, es la oportunidad para negociar bien de modo de no quedar atrapados en una deuda impagable.

Si para EEUU es una prioridad geopolítica equilibrar con su presencia la Ruta de la Seda china en Sudamérica, bien pueden los capitales americanos tener interés en un consorcio para financiar -en condiciones ventajosas para todos- el tren bioceánico a Paita. Después de todo, el Perú es un espacio estratégico en toda la región y, en palabras del Secretario de Estado americano, es uno de sus viejos y confiables socios en América del Sur.    

   
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