miércoles, 12 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 12 setiembre 2018




ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Por qué es la bicameralidad la
reforma política fundamental


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


En el Perú somo unos 23.4 millones de electores. Si quisiéramos que sus 130 representantes -el número actual de congresistas- fueran elegidos en 130 distritos uninominales, cada uno de estos abarcaría unos 180 mil electores en promedio. ¿Es esa la dimensión adecuada para una relación cercana entre los representados y su representante?

Alternativamente, si quisiéramos que el tamaño promedio del distrito electoral uninominal no excediera de 50 mil electores -algo del tamaño de Barranco, aproximadamente- harían falta 468 congresistas para representarlos. ¿Alguien en el Péru está dispuesto a bancar ese número de parlamentarios?

Ya sea que se elija uno de los dos extramos o cualquier combinación entre ambos, el dilema es de fierro: no vamos a acercar mucho al representante a sus representados. Esa es la realidad.

La reforma electoral no va a resolver realmente el problema de la representatividad, entonces. Y lo peor es que ese no es siquiera el problema más grave.

La verdadera reforma política en el Perú es la del sistema de gobierno, donde está la falla realmente grave. El verdadero problema no es el de la representatividad, sino el de la trampa de la baja gobernabilidad, cuya solución no depende de la reforma del sistema electoral, sino de la del sistema de gobierno.

Reformar el sistema de gobierno requiere de la bicameralidad. Se trata de ponerle freno a los excesos del Congreso y restablecer el equilibrio entre el poder Legislativo y el Ejecutivo, completamente desbalanceado en contra del Ejecutivo. La bicameralidad reducirá drásticamente la sobreproducción legislativa actual que cada día pone en peligro la seguridad jurídica.

Centrar el debate en la reforma electoral, en cambio, invisibiliza el verdadero problema. Lo esconde detrás de una discusión sobre entelequias y no resuelve ni siquiera el problema de la representatividad.

La representatividad es importante porque de ella emana la legitimidad de “origen” de un gobierno, en las urnas. Pero el éxito de la gestión de ese gobierno -que es lo que primero le interesa al pueblo-, la legitimidad de “salida” -como diría Dieter Nohlen-, depende de su eficacia en la gestión, y eso depende de la gobernabilidad. 

Por eso la bicameralidad no es un capricho ni una frivolidad. Por el contrario, apunta al centro mismo de la falla en el sistema de gobierno y nos permitirá escapar de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad.



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domingo, 9 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE sábado 8 setiembre 2018



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MEDIA COLUMNA
Lo urgente y
lo más urgente


Jorge Morelli
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Es urgente la reforma del Congreso, no solo la del poder Judicial. Alegar que la reforma de ambos poderes del Estado es menos urgente que otras urgencias revela que el Congreso no está dispuesto a tomar la decisión política. 

El Congreso no sospecha aun la relación causal que existe entre la parálisis de las obras y su negativa a reformarse. Dice que lo urgente es destrabar las obras. 

Si los proyectos están paralizados en todo el país es porque no hay gobernabilidad. Las poblaciones toman carreteras y paralizan los grandes proyectos mineros o energéticos amedrentando a los medios y la opinión pública con el apocalipsis ambiental. Y el gobierno se paraliza ante esto, porque no sabe cómo lidiar con este problema. Un juez pude detener una inversión de miles de millones de dólares. Y el gobierno tiene las manos atadas. No puede hacer uso de la fuerza pública, so pena de caer ante la censura del Congreso. Tampoco puede destrabar con mesas de diálogo que no son respaldadas por el poder Judicial. No hay gobernabilidad.

La nuestra es una democracia de baja gobernabilidad porque no hay equilibrio de poderes. El Legislativo -el primer poder del Estado, como dice el partido mayoritario del Congreso- ha neutralizado al poder Ejecutivo. Y el poder Judicial terminó por convertirse en el árbitro entre ambos. Y la corrupción lo devoró. La masiva judicialización de la política es la prueba.

Pensándolo mejor, el Congreso reculó luego a la trinchera de que la reforma del Legislativo es necesaria, pero menos urgente que la del poder Judicial. Esto demuestra que no dará paso a su propia reforma. Por años dijo que la reforma judicial le correspondía autónomamente al poder Judicial. Ahora está dispuesto a reformarlo para disimular que no dará paso a su propia reforma. Está dispuesto a vender el alma al diablo. A cambiar lo que sea para no cambiar él mismo.

Reformar el Congreso es indispensable para restablecer el equilibrio de poderes, el único camino para escapar de la democracia de baja gobernablidad. Para eso es la bicameralidad. No es un fin en sí misma. Es un medio para reformar al Congreso. No hay necesidad de disolverlo.

El Congreso sabe o intuye visceralmente, sin embargo, que la reforma le quitará el poder. Por eso la escamotea. Pero la reforma llegará.


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miércoles, 5 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 5 setiembre 2018




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MEDIA COLUMNA
Deshágase del vampiro  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Lo que Mauricio Macri hace en la Argentina debería servir de ejemplo al resto de la economía global, no solo a los países emergentes.

Ha tomado la decisión política de reducir de 19 a 10 los ministerios del Estado argentino. Esto para, con otras medidas, reducir el déficit fiscal a 1% el próximo año.

Tiene toda la razón. El déficit es la causa primera de la inflación que, a su vez, retroalimenta la devaluación en una espiral implacable.

Sin defensas sorprendió a la Argentina, entonces, el alza de la tasa de interés de EEUU, fina cortesía de la FED. El peso se vino abajo. Ha perdido el 98% de su valor en lo que va del año. Una vez más, el pueblo argentino está atrapado.

Con la ayuda del FMI, Macri tomó medidas inmediatas para no caer definitivamente en coma de cesación de pagos. Esto se ha hecho muchas veces en todos lados. 

Lo verdaderamente admirable es que Macri esta vez tomó a continuación la decisión política de matar la raíz del problema. No sólo cerrar la brecha entre el ingreso y el gasto del Estado, sino reducir drásticamente al Estado para que el déficit no pueda volver a crecer.

El plan es una reducción global del gasto de la Nación Argentina de cerca de 16 mil millones de dólares. Es una lección para todos. No solo en Latinoamérica. Desde Brasil hasta Turquia presentan el mismo cuadro. Pero no toman la decisión política.

Aunque nuestra democracia de baja gobernabilidad dificulta la decisión, el Perú necesita hacer lo mismo. Primero y fundamentalmente porque el tamaño, la incompetencia y la indolencia del Estado peruano está matando la iniciativa privada de los peruanos, que es libre.

Y en lo inmediato porque, si el déficit fiscal peruano -que es de más de 3%- no ha producido aun una crisis cambiaria, lo hará tarde o temprano. El gobierno se ha comprometido a reducir el déficit fiscal a 1% para el 2021, pero este año, una vez más, se otorga a sí mismo un Presupuesto 2019 que es una cuarta parte del tamaño de la economía y lo financia con deuda. Y el Congreso es el cómplice.

Es algo adictivo. Así es como la Argentina se metió en el problema. Años atrás, en un periódico de Buenos Aires apareció una caricatura en la que una dama de sociedad algo entrada en años, pero todavía atractiva -la Argentina, obviamente- languidecía feliz, cóctel en mano, mientras detrás suyo un vampiro le clavaba los colmillos. Se retiraba a grandes pasos de la escena una enfermera -FMI se leía en la cofia- llevándose los trastos de hospital y exclamando airada: “primero deshágase del vampiro y después hablamos de transfusiones”. 

    
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domingo, 2 de septiembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 29 agosto 2018



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El plato frío


Jorge Morelli
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La dura lección política que Donald Trump le está dando al joven primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, es digna del anecdotario de la pequeña historia universal.

Con ocasión de la Cumbre en Canadá inmediatamente anterior a la firma de los acuerdos de Trump con Corea del Norte, Trudeau cerró filas con los aliados europeos de EEUU, indignados todos con los aranceles estadounidenses al acero. Pesó quizá la cercanía de Trudeau con Francia, dada la antiongevagua relación histórica con el Quebec canadiense.

Todos recuerdan la foto de Angela Merkel, rodeada de otros mandatarios, los puños sobre la mesa, increpando a un Trump ufano. No bien despegó el avión presidencial estadounidense rumbo a Corea, donde le esperaba a Trump una negociación difícil para la que habría agradecido el apoyo europeo, un tweet dejó saber que la relación de Trump con Trudeau estaba rota. Desde entonces todos esperaban la venganza que, como se sabe, es un plato que se come frío.

La oportunidad llegó en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esta negociación la impuso Trump tiempo atrás a sus dos socios. Por meses, las negociaciones se arrastraron como una tortuga longeva, hasta declarar Trump un buen día que no descartaba firmar dos acuerdos separados, uno con cada uno de sus vecinos.

El lunes fue el día de su triunfo.

Trum alcanzó un acuerdo con los mexicanos, al que, dijo, le cambiaba el nombre porque el TLCAN de 25 años le trae reminiscencias inconvenientes, y anunció el flamante “Acuerdo de Comercio de EEUU y México”.

Agregó, ya con saña indómita, que está por verse si Canadá podrá sumarse al nuevo acuerdo. Semejante desaire es algo pocas veces visto en el ámbito de la diplomacia.

Los mexicanos -tanto el gobierno saliente como el entrante- se avinieron pronto al nuevo Acuerdo -que les resuelve su desbocada balanza comercial- y firmaron. Los del presidente electo anunciaron que el Acuerdo “reduce la incertidumbre”. Le quedó al presidente aun en funciones la incómoda tarea de explicarle la decisión al primer ministro canadiense agregando, de manera sumamanete latina que esta misma semana se lograría su “reincorporación”. Esto, sin embargo, arroja muchas dudas.

El primer ministro Trudeau guarda silencio impenetrable. La canciller canadiense anuncia que su país solo firmará un acuerdo que favorezca a la clase media. Es un misterio qué es lo que esto significa. 

  
    
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ESTA NOCHE sábado 1 setiembre 2018



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¿El Presupuesto crece
más que la economía?


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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El Presupuesto 2019 es de 186 mil millones de soles. Así, como usted lo lee.

Eso equivale a unos 51 mil millones de dólares.  Es decir, como una cuarta parte de la economía del Perú, que es de unos 200 mil millones de dólares.

El Estado extrae todos los años una cuarta parte de la economía para gastarla  con estrechez en cosas indispensables -como seguridad, salud y educación- y escandaloso dispendio en otras superfluas. La corrupción se levanta buena parte.

Lo que es difícil de entender es que se pregunte sólo en qué se va a gastar, pero nunca cómo se va a financiar o pagar ese gasto.

Eso sale del bolsillo de los peruanos. Y no alcanza. El Estado gasta más de lo que recibe.

La diferencia entre una y otra cosa es actualmente como de unos seis  mil millones de dólares. O sea, más del diez por ciento del Presupuesto 2019 esta desfinanciado antes de comenzar.

Ese forado se llama déficit fiscal y es el responsable del desastre de Argentina y de Turquía. Les ha quitado las defensas a ambas economías y las ha dejado expuestas a cualquier accidente venido de fuera.

Bastó que el dólar subiera globalmente a causa del endurecimiento de la política monetaría de EEUU y las monedas de ambos páises se desplomaron juntas, golpeando también a todas las demás economías emergentes. Brasil va por el mismo camino. Ahora todos tienen que bajar el déficit fiscal a como dé lugar.

Nosotros también tenemos que hacer lo mismo. Y el gobierno lo sabe y promete bajar el déficit fiscal de 3 a 1 por ciento del PBI antes del 2021.

Pero, para empezar, se da a sí mismo un Presupuesto 2019 siete por ciento más grande que el año pasado, cuando la economía crece menos de tres por ciento. Es obvio que el Presupuesto no deberia crecer más que la economia.

 
    
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lunes, 27 de agosto de 2018

ESTA NOCHE sábado 25 agosto 2018



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MEDIA COLUMNA
¿Quién tiene la legitimidad
de su lado, Trump o la FED?


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde que, a mediados de 2014, el dólar estaba en 80 puntos del índice del Wall Street Journal (contra una canasta de monedas). Seis meses después, a comienzos de 2015, el dólar alcanzaba los 100 puntos.

Dos años después, cuando a comienzos de 2017 Donald Trump juraba la Presidencia de Estados Unidos, el dólar alcanzaba un máximo en los 103 puntos. Año y medio después, sin embargo, Trump había hecho bajar el dólar hasta los 90 puntos. No quería un dólar fuerte, que aumenta las importaciones chinas, ni un dinero caro, que frena el crecimiento de su economía. 

Desde junio hasta la fecha, no obstante, el dólar ha vuelto a alcanzar los 97 puntos. El causante: el banco central de Estados Unidos, la Reserva Federal, la FED. Su política monetaria de alza de las tasas de interés causa el alza del dólar.

Esto ha absorbido como una aspiradora los capitales de todo el planeta y producido una devaluación de las monedas en economías emergentes. Las más débiles -Argentina y Turquía son casos emblemáticos- se han desestabilizado completamente.  

A la FED eso no le importa. No es su problema. Según ella, cumple con su mandato constitucional de mantener la inflación bajo control (y procurar el pleno empleo). No se hace cargo de los efectos de sus políticas en otras economías alrededor del globo.

No se hace responsable, por lo visto, ni siquiera de lo que ocurra en su propia economía. En efecto, el alza de las tasas de interés tiene lugar hoy a pesar de que el presidente Trump ha criticado públicamente por primera vez en la historia la política monetaria de la FED. El conflicto abierto entre la Casa Blanca y la FED ya es una realidad.

La FED ha reconocido el viernes por boca de su presidente, Jerome Powell , que no hay "elevado riesgo de sobrecalentamiento" en la economía norteamericana. Leáse, no hay peligro de inflación desbocada. Esto parece una bandera blanca. Pero, acto seguido, Powell anuncia que el ritmo de alzas de la tasa de interés es “el apropiado”. Y todo leen que habrá dos alzas más antes de fin de año.

Esta es, pues, una pugna colosal entre la economía real de Main Street y la economía virtual de las finanzas de Wall Street. Trump de un lado, la FED del otro.

A diferencia de muchos bancos centrales, la FED estadounidense es un organismo básicamente privado, en cuyo directorio tienen asiento los bancos centrales de las grandes ciudades de Estados Unidos, que a su vez representan a bancos privados. Es la esfera de la economia financiera cuyo crecimiento descontrolado ha producido en los últimos años las burbujas que luego han colapsado causando la ruina de las economías reales. Las voces que reclaman su reforma ya se dejan oir hasta en boca de la revista The Economist.

Si la FED representa intereses privados, Trump tiene de su lado los votos, que dicen representar el interés público.
  
¿Quién, entonces, tiene de su lado una mayor legitimidad política?

  
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jueves, 23 de agosto de 2018

ESTA NOCHE miércoles 22 agosto 2018




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La espiral


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Venezuela por fin pareció aceptar la realidad y devaluó su moneda, a la que disfraza de nueva. El dólar subió 24 veces. La fantasía no cesa, sin embargo. La nueva moneda, el “bolívar soberano”, está ahora anclada al “petro”, una criptomoneda del gobierno que vale supuestamente 3.600 soberanos. La devaluación, sin embargo, alimentará la inflación. Como, según el FMI, la inflación alcanzará el millón por ciento para fin de año, ella arrastrará a la nueva moneda a una mayor devaluación que a su vez retroalimentará la inflación. Es la espiral.  

Al otro lado del mundo, en Turquía, la lira ha perdido el 40% de su valor en lo que va del año y la inflación se dispara. En abierta negación, el gobierno dice que “ellos tendrán sus dólares, pero nosotros tenemos a nuestro Dios”. Alemania le recomienda aceptar el rescate del FMI, que pondría a su disposición entre 30 y 70 mil millones de dólares. Turquía no acepta. Contra todo buen consejo, el gobierno impide al banco central subir la tasa de interés para detener la espiral. También en Rusia, el primer aliado de Turquía  hoy, el rublo ha perdido el 10 % de su valor en semanas y la inflación y la devaluación se persiguen entre sí.

Grecia, en el otro extremo del túnel, sale de ocho años de asistencia financiera durante los cuales recibió 289 mil millones de euros en préstamos y tuvo que aplicar recortes fiscales sin precedentes. El PBI se redujo en una cuarta parte, la deuda creció a 180% del PIB, más de un millón de personas perdieron su trabajo. Grecia tendrá que someterse por cuarenta años a las políticas a que se ha comprometido con sus salvadores. Pero Grecia está de vuelta mientras Turquía está aún de ida en el camino de Venezuela. 

Argentina, en cambio, se ha detenido en el umbral del túnel, todavía en tierra de nadie. Ha recurrido al FMI por un préstamo de 50 mil millones de dólares para estabilizar su moneda que ha perdido el tercio de su valor con una inflación que ya está en 31%. El banco central ha subido la tasa de interés drásticamente para detener la espiral. Argentina ataca al mismo tiempo la causa más profunda: el déficit fiscal. Hace todo lo que Turquía no hace, y la situación no está aún bajo control.    

Para Ricardo Lago, la crisis de Argentina y Turquía es el comienzo del colapso de la burbuja global que se levantó sobre los escombros de la de 2009 y que es resultado de lo mismo: “políticas populistas e insostenibles: emisión monetaria por doquier sin precedentes, endeudamiento progresivo complaciente, sobrevaluación excesiva de las bolsas…”. Hoy, miércoles 22 agosto, el Dow Jones Industrial debe pasar los 26 mil puntos, batiendo todos los récords.

La FED, el banco central de EEUU, está tratando de evitar el colapso de la burbuja desinflándola de a pocos, subiendo “gradualmente” -dice- la tasa de interés. Es insuficiente, es demasiado tarde para eso. Y mientras lo hace está disparando el dólar globalmente lo que desata la espiral en todas partes.

“Vivimos -dice Lago- los últimos diez a dieciocho meses” del ciclo de expansión monetaria que se inició en junio de 2009. Le sorprende que dure tanto. ”Este agosto estamos en el mes 110 de crecimiento lento pero ininterrumpido; según los registros del NBER para los EE.UU., la recuperación más larga de la historia fue la que abarcó desde marzo de 1991 hasta marzo de 2001, 120 meses”, apunta. “Esto ya no aguanta”, dice.

Tarde o temprano, lo que tendrá que ocurrir es volver a atar al dólar a un valor fijo, como se hizo con el oro en el siglo XIX. 

Mientras tanto, hay que exigirle a la FED una mayor “gradualidad” en el alza de sus tasas de interés. Porque el dólar fuerte no solo agrava la espiral alrededor del planeta, sino que el dinero caro frena el crecimiento de la economía de EEUU. En esto, nuestro mejor aliado, aunque parezca mentira, quizá sea Donald Trump.

  
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