MEDIA COLUMNA
Vizcarra bajo
observación
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Latinoamérica está creciendo solo 1 por ciento este año. He
ahí el sustrato del malestar que el extremismo instrumenta para llevar a la gente
a su corral de borregos.
En nuestro caso, por 25 años la prosperidad económica sumergió
la falla en la arquitectura de nuestra democracia de baja gobernabilidad, el
fallido equilibrio de poderes. Acabada la cuarta globalización de la Edad Moderna
con el colapso de la burbuja global de hace diez años, la desaceleración de la
economía en todo el mundo ha hecho reaparecer en la superficie, en todo su
horrendo esplendor, la falla en la arquitectura de nuestra democracia.
No obstante, China aún crece 6%. EE.UU creció 3%
el 2018 -como Trump había prometido-, pero este año crece 2%. Europa crece 1%, igual
que Latinoamérica. De la desaceleración
de la economía culpan a Trump, por la guerra comercial con China. Es un
error políticamente interesado. La responsabilidad principal es de la Fed, el banco
central de EE.UU. Subió la tasa de interés cuatro veces en 2018 -pese a que no
había inflación- y frenó el crecimiento en todo el mundo. Arrepentida de
su fiasco, la Fed ha bajado la tasa ya dos veces este año. Demasiado tarde. El
daño ya está hecho.
En medio de esto, los peruanos –empresarios formales o
informales en su inmensa mayoría- defienden con uñas y dientes lo ganado en estos
25 años con la libertad de la economía. Están molestos, lo mismo que en Chile,
Ecuador, Bolivia y Argentina. Pero no están seguros de que el gobierno tenga la
culpa. Culpan al Congreso.
Al disolver el Congreso, muchos defensores de la
democracia, la legalidad y la Constitución se han subido a un árbol y no
quieren bajarse de él. Esperan que venga Viena, la OEA o el Tribunal
Constitucional a devolver las cosas al día anterior al 30 de setiembre, el
nuevo 5 de abril. Llaman a los peruanos a la resistencia contra el gobierno. Y
el pueblo mira perplejo. No está seguro de que Vizcarra sea el enemigo. Los
peruanos todavía tienen un juicio suspendido sobre Vizcarra. No están seguros
de que sea un peón o un tonto útil del enemigo. Hacen bien. Las guerras se
pierden por luchar contra el enemigo equivocado.
El enemigo, en efecto, es el Foro de Sao Paulo -ahora
refugiado en México bajo el alias de Grupo de Puebla-, que obedece a La Habana
y a Caracas, que corrompió a toda Latinoamérica para capturar el poder, como en
Buenos Aires y en La Paz con elecciones fraudulentas. E incendia las ciudades
del continente para amedrentar a los pueblos y gobiernos que pretende
controlar. Los tumultos de Quito y Santiago han sido planificado por ellos. Ahora
lo sabemos gracias a Maduro, que se felicita de que “el plan” salió como estuvo
pensado. Como Chávez, Maduro habla demás. Como el pez, por la boca muere.
El objetivo del Foro es Bolivia, Chile, Argentina y el
Perú. Por el cobre y el litio, que son los recursos del siglo XXI ahora que va
a perder el petróleo de Venezuela. Y el objetivo de la violencia es espantar la
inversión privada para que el Estado se haga en todas partes del monopolio de
los recursos naturales.
Mucho depende ahora del viento de fuera. Lejos de desestabilizar
a Chile, lo que han hecho es ponerlo en guardia. Y habrá que ver la reacción de
la opinión pública en Buenos Aires ante la violencia en Santiago. Evo, por su
lado, llega a su cuarta reelección nacida de una elección fraudulenta y se
enfrenta a una oposición que no parará hasta sacarlo. Está herido de muerte y
no lo sabe. Más le hubiera valido perder y dar la pelea desde la oposición. Su
cuarta reelección nace muerta sin legitimidad de origen alguna.
¿Puede Vizcarra inclinarse mañana hacia el eje La Habana-Caracas-Sao
Paulo? Hay quien desliza en sus oídos esa torpe idea, y ciertamente existe el
peligro de que el mandatario caiga en esa trampa. Sería tonto hacerlo. Por el momento,
no obstante, el pueblo peruano no está convencido aun de que Vizcarra se haya
pasado o vaya a pasarse al enemigo, pero lo tiene con marcación al milímetro,
Vizcarra, en suma, está bajo observación. Porque
el Perú es el fiel de la balanza de toda esta
historia latinoamericana, pero los peruanos tenemos una ventaja: ya hemos
pasado antes por esto y vamos a volver a ganar.
No obstante, China aún crece 6%. EE.UU creció 3% el 2018 -como Trump había prometido-, pero este año crece 2%. Europa crece 1%, igual que Latinoamérica. De la desaceleración de la economía culpan a Trump, por la guerra comercial con China. Es un error políticamente interesado. La responsabilidad principal es de la Fed, el banco central de EE.UU. Subió la tasa de interés cuatro veces en 2018 -pese a que no había inflación- y frenó el crecimiento en todo el mundo. Arrepentida de su fiasco, la Fed ha bajado la tasa ya dos veces este año. Demasiado tarde. El daño ya está hecho.
Al disolver el Congreso, muchos defensores de la democracia, la legalidad y la Constitución se han subido a un árbol y no quieren bajarse de él. Esperan que venga Viena, la OEA o el Tribunal Constitucional a devolver las cosas al día anterior al 30 de setiembre, el nuevo 5 de abril. Llaman a los peruanos a la resistencia contra el gobierno. Y el pueblo mira perplejo. No está seguro de que Vizcarra sea el enemigo. Los peruanos todavía tienen un juicio suspendido sobre Vizcarra. No están seguros de que sea un peón o un tonto útil del enemigo. Hacen bien. Las guerras se pierden por luchar contra el enemigo equivocado.
El enemigo, en efecto, es el Foro de Sao Paulo -ahora refugiado en México bajo el alias de Grupo de Puebla-, que obedece a La Habana y a Caracas, que corrompió a toda Latinoamérica para capturar el poder, como en Buenos Aires y en La Paz con elecciones fraudulentas. E incendia las ciudades del continente para amedrentar a los pueblos y gobiernos que pretende controlar. Los tumultos de Quito y Santiago han sido planificado por ellos. Ahora lo sabemos gracias a Maduro, que se felicita de que “el plan” salió como estuvo pensado. Como Chávez, Maduro habla demás. Como el pez, por la boca muere.