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MEDIA COLUMNA
Virrey del Perú
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
Empresa que no entraba, quebraba.
Partido político que no aceptaba, perdía. Así funcionaba el mecanismo de la
corrupción. Los amos fueron siempre el Foro de Sao Paulo, el Partido de los
Trabajadores de Brasil y sus aliados de La Habana y Caracas que hoy preparan
una última ofensiva incendiando ciudades desde Santiago hasta Bogotá.
Organizaron hace décadas la
exportación del mercantilismo a escala masiva cerrando los mercados de la obra
pública en toda Sudamérica. Odebrecht y sus aliados locales del Club de la
Construcción fueron el brazo empresarial ejecutivo de la estrategia política,
un engendro imperialista en pleno siglo XXI concebido desde la corrupción del
socialismo brasileño.
Odebrecht fue así desde un principio
el director de la opereta Lava Jato en el Perú. Lo sigue siendo si tiene razón César
Gutiérrez en el escenario exhaustivo y perfectamente coherente que desarrolla
en EXPRESO en la edición de ayer, y que por primera vez permite a los peruanos
entender la trama completa.
Argumenta que la demanda de ODB ante
el Ciadi fue una herramienta de negociación. Que la empresa negociaría el
retiro de esa demanda a cambio de que el Perú licitara de nuevo el Gasoducto y
le permitiera vender los activos. ODB no perdería retirando la demanda, porque
existe otra presentada ante el Ciadi en julio de 2018 por su socia en el
Gasoducto, la española Enagás, con la que ambos esperan poder recuperar aún su
inversión perdida en el Perú.
Y así, el Perú -que aceptó recibir de ODB una
reparación de 610 millones de soles a pagar en 15 años, que le entregó 524
millones de soles por la venta de Chaglla a cambio de información sobre la
corrupción que no llega- no va a poder negociar ya el retiro de la seudo demanda
a cambio de licitar de nuevo un proyecto de 7,500 millones de dólares que el
Perú no necesita. No hay mercado para ese gas ni en el Sur del Perú ni en el
norte de Chile. El juego se ha destapado y el
Perú no va a permitir a ODB prevalecer. Sus amos del Foro de Sao Paulo y el PT
brasileño no van a seguir nombrando a un virrey en el Perú.
Hoy vemos caer a tres personajes de la
obra muertos en pleno escenario. Hoy Indecopi inicia una investigación a 35
empresas del Club de la Construcción local. Hoy los medios “guaripoleros” que
apoyaban a esas empresas de pronto toman distancia del gobierno. Subsiste, entonces,
una pregunta medular: ¿el presidente Martín Vizcarra sabía de todo esto? Si tiene
responsabilidad en este estropicio, antes o durante su gobierno,
deberá enfrentar los cargos. Pero responderá de ellos cuando haya concluido
su gobierno. Ni un minuto antes. No hoy y aquí, porque en las actuales
circunstancias está comprometido el destino del Perú.
Pregúntese el lector por un instante
a qué hoyo negro entramos. No se derroca al poder sin consecuencias, como deberíamos
haber comprendido ya por experiencia. Quien diga que controla eso es un
tonto. Un intento de vacancia en estas circunstancias es convertir la próxima
elección de la Mesa Directiva del Legislativo en una elección indirecta y por
adelantado del presidente de la República por el Congreso. Es la definición
misma de una mala idea.
Y jugar a la vacancia hoy es jugar
con fuego. Es no solo repetir el error,
sino colocar esta vez al Perú en manos del enemigo que toca las puertas. El eje
La Habana, Caracas, Sao Paulo prepara en marzo –la información es pública- una
escalada masiva de violencia desde Santiago hasta Bogotá. Ha perdido en La Paz
el centro del tablero sudamericano e intenta una ofensiva para recuperarlo. Y
el Perú está de pie en su camino.
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