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MEDIA COLUMNA
Combo letal
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La Fed anuncia que comprará
cantidades ilimitadas de bonos del Tesoro de Estados Unidos para detener su
derrumbe.
Y anuncia también que comprará papeles que tienen hipotecas como respaldo. No es necesario subrayar los recuerdos que esto trae aparejados sobre el por qué del colapso de la burbuja de 2008 (para los interesados, ver en Netflix, previo doble café fuerte, la extraordinaria cinta “The Big Short”, traducida como “La gran apuesta”).
La lección es que enormes cantidades de dinero en la economía y nada de valor que comprar con él no pueden producir otra cosa que una burbuja destinada al colapso. Es un combo letal.
Fue lo que sucedió en 2008 con las hipotecas sub prime y los famosos CDOs que no pararon de multiplicarse como cuyes hasta elevar al cuadrado y al cubo su propio vacío. Todo esto envuelto en un lenguaje maligno.
Esa vez el tsunami barrió con los bancos. Tuvieron que ser rescatados por los Estados. O sea, por decisión politica.
Para poder hacerlo, no obstante, tuvieron que inundar el mercado global de dinero, una vez más. Y esta vez el dinero fue a comprar bonos de los Estados.
Es más, la decisión politica esta vez fue que un Estado comprara los bonos de otro. Los de su rival, es más, para hacerlo dependiente de esas compras mientras el Estado comprador de bonos atesoraba sus propias reservas en oro, no en bonos.
Es decir, esta vez es el reflujo del tsunami. Y va en la dirección opuesta al de hace doce años. Esta vez amenaza con quebrar Estados.
El combo letal -repito- es el monstruoso exceso de dinero y nada de valor que comprar con él.
El círculo vicioso no se detendrá hasta que en los mercados de valores haya algo de valor que comprar, y los papeles que se transan ahí vuelvan a tener bienes reales detrás. Y esto solo sucederá cuando los bienes de las economías emergentes del planeta tengan papeles que puedan ser llevados a los mercados de valores.
Entonces será posible retirar progresivamente la marea de dinero de la economía global sin causar una daño mayor al hacerlo. Entonces habremos dejado atrás, por fin, la infección de este virus más letal que el que acecha hoy al mundo.
Y anuncia también que comprará papeles que tienen hipotecas como respaldo. No es necesario subrayar los recuerdos que esto trae aparejados sobre el por qué del colapso de la burbuja de 2008 (para los interesados, ver en Netflix, previo doble café fuerte, la extraordinaria cinta “The Big Short”, traducida como “La gran apuesta”).
La lección es que enormes cantidades de dinero en la economía y nada de valor que comprar con él no pueden producir otra cosa que una burbuja destinada al colapso. Es un combo letal.
Fue lo que sucedió en 2008 con las hipotecas sub prime y los famosos CDOs que no pararon de multiplicarse como cuyes hasta elevar al cuadrado y al cubo su propio vacío. Todo esto envuelto en un lenguaje maligno.
Esa vez el tsunami barrió con los bancos. Tuvieron que ser rescatados por los Estados. O sea, por decisión politica.
Para poder hacerlo, no obstante, tuvieron que inundar el mercado global de dinero, una vez más. Y esta vez el dinero fue a comprar bonos de los Estados.
Es más, la decisión politica esta vez fue que un Estado comprara los bonos de otro. Los de su rival, es más, para hacerlo dependiente de esas compras mientras el Estado comprador de bonos atesoraba sus propias reservas en oro, no en bonos.
Es decir, esta vez es el reflujo del tsunami. Y va en la dirección opuesta al de hace doce años. Esta vez amenaza con quebrar Estados.
El combo letal -repito- es el monstruoso exceso de dinero y nada de valor que comprar con él.
El círculo vicioso no se detendrá hasta que en los mercados de valores haya algo de valor que comprar, y los papeles que se transan ahí vuelvan a tener bienes reales detrás. Y esto solo sucederá cuando los bienes de las economías emergentes del planeta tengan papeles que puedan ser llevados a los mercados de valores.
Entonces será posible retirar progresivamente la marea de dinero de la economía global sin causar una daño mayor al hacerlo. Entonces habremos dejado atrás, por fin, la infección de este virus más letal que el que acecha hoy al mundo.
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