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MEDIA
COLUMNA
¡Voluntariamente!
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Precisamente porque la invasión del tajo de Chalcobamba por la comunidad de Huancuire es hoy el más extremo de los conflictos mineros, es al mismo tiempo el caso emblemático a resolver en primer lugar.
Los comuneros de Huancuire han montado allí una operación minera
informal de pequeña escala en busca de cobre. Eso no es una solución para el
Perú, aunque lo sea para ellos. Lo que el Perú necesita ahí es una explotación de
gran escala, que permita abastecer la enorme demanda mundial de cobre que
vendrá en el siglo XXI, y que solo una gran empresa moderna -como la minera china
de Las Bambas- puede realizar.
Pero está claro que el caso tendrá que ser negociado pacíficamente para que los comuneros abandonen Chalcobamba voluntariamente. Es imposible hoy pensar en el uso de la fuerza pública para echarlos. Ese camino supone el peligro de pérdida de vidas humanas. Ningún gobierno tomará una decisión como esa, que generaría una interminable cadena de procesos penales. Este gobierno menos que ninguno.
Los comuneros lo saben. Lo que argumentan es que las 1,900 hectáreas del tajo de Chalcobamba fueron efectivamente vendidas por la comunidad de Huancuire a la empresa minera en 2013 y 2017 en 220 millones de soles. Es decir, se pagó 12 soles por metro cuadrado.
¿Fue un acuerdo equitativo? ¿Lo han sido acaso las transacciones
en que las empresas mineras han tenido que comprar hasta cinco veces la misma
tierra -como me confesó una fuente- engañadas por quienes tienen la superficie,
cuando estos tomaron conciencia del valor exponencialmente mayor de lo que
había debajo de ellas? ¿Es esta una manera transparente de negociar? ¿Hasta cuándo
va a continuar este mutuo engaño en el que unos compran por menos y otros no venden
sino a medias? ¿Así se formaliza la propiedad de la tierra? Este es un problema
político de primer orden y necesita una solución política de primer orden. No
es un asunto policial ni un pleito judicial como lo fue en otro siglo.
Precisamente por ser un tema político, el Perú tiene la oportunidad
de plasmar un nuevo modelo y sentar un precedente para resolver los conflictos mineros
no solo peruanos sino globales. Un modelo que permita destrabar los recursos
naturales hoy bloqueados en todo el planeta por quienes controlan la superficie
sobre ellos, pero no permitirán sacarlos hasta que exista una solución que las partes
encuentren equitativa.
Esa solución comienza por establecer objetivamente el valor de la
tierra sobre los recursos. Eso no lo puede decidir quien tiene el control de la
superficie, ni la empresa que tiene la concesión del recurso natural debajo, y menos
el Estado. Eso solo puede determinarlo el mercado global, no el mercado local. Solo
así ese valor podrá ser equitativo y aceptado por las partes. Cuando el precio
de la superficie pueda variar día a día junto con el precio de bolsa del
recurso natural debajo, allí no habrá ya ningún espacio para el conflicto.
Dotar a esas tierras de papeles que representen fehacientemente su
valor para las bolsas mundiales es lo que hace falta y, por difícil que esto pueda
parecer, ya no lo es hoy con la tecnología digital disponible.
Es lo que De Soto propone y lo que los comuneros de Huancuire le
piden hoy explicar en la propia China al propietario de la mina de Las Bambas, el
Estado chino. Suponer, en cambio, que De Soto se presta a legitimar los
intereses de unos invasores ilegales de tierras de la empresa o, peor aun, que
lo hace para su propio beneficio engañando a los comuneros, o que, a la
inversa, es víctima de una trampa astuta de los invasores que deberían ser desalojados por la fuerza
pública, muestra una estrecha visión de túnel como toda respuesta a la principal
de las trabas que mantienen al Perú atado a la miseria.
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