miércoles, 12 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 12 agosto 2020


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MEDIA COLUMNA
Estruendo mudo

"Silence like a cancer grows".
                 Simon & Garfunkel.

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

En la presentación del nuevo gabinete ante el Congreso estaba descontada la aprobación de la confianza. Básicamente, porque a nadie le quedan ganas de seguir moviendo el bote.

El premier Martos dice que su gestión se concentrará en vencer la pandemia. Habrá cumplido con creces si tiene éxito. Es lo urgente ahora. 

Pero seamos crudos: en el discurso hay un retroceso o, más bien, una recaída. Luego de la accidentada negación de confianza al gabinete anterior, el gobierno ya no se atreve ni a hablar siquiera del papel del sector privado en la economía. 

En la atmósfera enrarecida de hoy, la expresión “crecimiento económico nunca más a espaldas del pueblo”, pronunciada por el Premier, significa que la premisa del pensamiento oficial es que el crecimiento incrementa la desigualdad. De allí que otorgue el papel principal a la inversión pública en el reinicio de la economía. El modelo económico que trajo prosperidad nunca vista al Perú con el crecimiento exponencial de la clase media ha sufrido otra derrota a manos de la demagogia estatista. 

La referencia a la “economía circular” es otro indicio de lo mismo. Es la nueva ideología de moda. Es muy poco lo que el Perú puede hacer en realidad contra el cambio climático, porque su economía es pequeña. Mucho puede hacer, en cambio, para combatir sus efectos innovando una tecnología preincaica que permitiría poner diez mil millones de metros cúbicos de agua dentro de los Andes. Pero no, la ideología prevalece sobre el pragmatismo.

Peor aun es el silencio absoluto del discurso sobre el “baguazo" en Requena -donde han muerto tres personas- o el conflicto eternamente sin resolver en Espinar y el Corredor Minero. Como diría Vallejo, es un estruendo mudo. Es una contradicción que parece imposible, pero todos sabemos que ciertos silencios pueden ser clamorosos. Y crecer como un cáncer cuando se calla lo que debería decirse. 

No hay diálogo en las minas, hay claudicación ante la fuerza. No hay negociación, sino capitulación del gobierno ante la demagogia del Congreso.

Es una extraña forma de bipolaridad: megalomanía e indolencia, mojigatería y frivolidad al mismo tiempo. 

Ultimo ejemplo: el discurso habla de reforma de la justicia y de reforma política como si fueran cosas separadas. Lo primero se limita a meritocracia y digitalización. Y lo segundo solo a la reforma electoral. Ni asoma la sospecha de que ambas reformas son una y la misma cosa, que la reforma de la justicia es la reforma política, porque pasa por rediseñar el equilibrio de poderes. Pero la clase política no quiere entenderlo porque perdería poder. Y fracasan entonces en el Perú, una y otra vez, la reforma política y la de la justicia.



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martes, 11 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 9 agosto 2020





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Nunca más internas truchas


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


El Pleno del Congreso ha aprobado que los partidos políticos puedan elegir cómo hacer sus elecciones internas. Pueden elegir de dos formas a sus candidatos a la Presidencia de la República y al Congreso.

Una es que cada uno de los militantes inscritos en el padrón del partido vote en las elecciones internas por los candidatos de su preferencia. Claramente, es la manera más democrática de hacerlo.

Para esta opción, la ONPE ha adelantado que está en condiciones de organizar las elecciones internas de los partidos mediante voto electrónico. La suspicacia ante esta alternativa es el pretexto para oponerse.

La otra opción que el Congreso deja abierta es que las elecciones internas se hagan de la manera trucha en que siempre se han hecho. Esto es, donde los militantes no votan directamente por los candidatos, sino por intermediarios a quienes entregan la decisión final. “Delegados” es el nombre reciben tales intermediarios.

Lo que ha ocurrido siempre en los partidos tradicionales (y en aquellos que siendo nuevos sufrieron una temprana metamorfosis) es que los “delegados” han sido designados a dedo por la cúpula del partido para que, a su vez, voten por los candidatos que la cúpula quiere. Es la manera en que se controla la lista y se asegura un puesto a quien contribuye con recursos a la campaña electoral del partido. Esta es la verdad.

Y todos lo saben. Por esa misma razón, salvo excepciones escasas y honrosas, no ha existido nunca democracia interna alguna ni en los partidos políticos tradicionales ni en los que prematuramente se volvieron tales.

Esta vez , sin embargo, el Congreso se ha sacado de la manga una sorpresa.

El Pleno ha aprobado que los partidos pueden optar por emplear delegados, pero ha dispuesto sagazmente que ahora estos delegados deberán ser elegidos, a su vez, en elecciones internas donde vote cada militante.

Atrapados, los partidos han reaccionado del peor modo posible. Algunos pretenden seguir designando delegados a dedo. Se oponen a que sean elegidos por los militantes. Desnudan con ello su peor vocación antidemocrática y en su absoluta necedad ni siquiera lo advierten.

Otros partidos, aun más elementales si cabe, se oponen de plano a que la ONPE participe en sus eleciones internas sean como fueren para garantizar la transparencia de las mismas. Estos casos ya so fracamente patéticos. 

Esta es la realidad. Los partidos –tradicionaes y no tradicionales- se han quitado la careta y mostrado el estado de inmadurez y la atmósfera de prepotencia en que habita la clase política. Ha quedado en evidencia su falta de respeto por el pueblo. He ahí precisamente la razón por la que el pueblo los detesta.

Si hoy prevalece la decisión por una vez bien tomada por el Congreso, aquí termina esta farsa.   


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lunes, 10 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA viernes 7 agosto 2020




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El otro Paniagua

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

El señor Merino de Lama quería ser el nuevo Paniagua. Vio la oportunidad de llegar a la Presidencia aunque sea por unos días.  Y la bancada de Acción Popular le retiró al gabinete Cateriano los votos que necesitaba. Le jaló la alfombra.

Merino dijo con anticipación al Premier que al Congreso no le gustaban los ministros de Educación y de Economía, como si fuera atribución del Legislativo nombrar ministros. Era un pretexto. La suerte de Cateriano ya estaba echada desde antes. Solo estaban esperando que entrara en vigencia la prohición constitucional de disolver el Congreso en el último año de gobierno para ejecutar el plan. Era en parte una pequeña venganza por la disolución del Congreso. Pero el verdadero objetivo era declarar la guerra de poderes.

En lo inmediato, los dos ministros que no le gustan al Congreso serán interpelados y eventualmente censurados. Y el nuevo gabinete será torpedeado mientras los peruanos piden diálogo entre los poderes. Esto puede escalar ahora hasta desembocar con cualquier pretexto en otra vacancia de la Presidencia. Previa descalificación de la actual vicepresidenta, quien pasaría a ocupar la Presidencia es quien hoy encabeza el Congreso. He ahí la jugada de laboratorio del segundo Paniagua. 

En Acción Popular ha prevalecido finalmente la izquierda. Lo sabemos porque el propio Raúl Diez Canseco ha reconocido que no tuvo participación alguna en la decisión de negarle la confianza al gabinete. Lo sabemos porque Rafael Belaunde Aubry escribió hace muy poco que el partido fundado por su padre ha sido capturado por gente sin lealtad para con el legado de Fernando Belaunde.

Sesenta años atrás, el propio Belaunde zanjó tempranamente esta disputa con la salida tempestuosa del ala izquierda de su partido, que entonces fundó Acción Popular Socialista. El ex demócrata cristiano Valentín Paniagua se quedó a bordo. Veinte años atrás, por falta de vicepresidentes, cuando quiso el azar colocarlo en la Presidencia de la República, Paniagua puso en el gabinete en una función política clave a un conspicuo cazador de brujas a instrumentar una venganza a la que llamó justicia. Creyó Paniagua que podía gobernar con la izquierda y la izquierda lo gobernó a él.

Hoy, un congresista de Acción Popular advierte al Presidente que puede ser vacado. Hoy, el señor Merino responsabiliza no a Cateriano, sino a Vizcarra. El ala socialista de Acción Popular echa del gobierno al nieto de Fernando Belaunde. El círculo se ha cerrado. 



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domingo, 9 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 5 agosto 2020


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“Amor sin amor se paga”

Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Luego de la noche loca del Congreso, la demagogia de izquierda siente que ya ha ganado las elecciones del 2021 porque ha infiltrado a otros partidos.

No había neutralidad posible.  Votar por la abstención cuando es obvio el resultado significaba inevitablemente tumbar el gabinete. Oculta se hallaba la venganza del Legislativo contra el Ejecutivo por la disolución del Congreso anterior.

De los votos del Frepap, UPP y Podemos no se podía esperar nada. Anoche se quitaron una careta ya inútil. La responsabilidad de lo ocurrido es de Acción Popular y de APP de César Acuña.

Los 22 votos de APP fueron a la abstención a sabiendas del resultado. El “chantaje universitario” que denunció Cateriano -condicionar la confianza a la entrega de la cabeza del ministro de Educación- pesó en ese partido más que el precio político de entregarse de lleno a un interés ante los ojos del país.

Pero más penoso aun es el caso de Acción Popular, el partido de Fernando Belaunde. 19 de los 24 congresistas de AP se abstuvieron o votaron anoche en contra. Negarle la confianza a un gabinete del que formaba parte el propio nieto del ex presidente y fundador de AP es un síntoma de lo que hoy ocurre en ese partido tomado por la demagogia hace años. Es lo de menos, sin embargo. Su decisión hará especular sobre una presunta intención de vacar la Presidencia para asumirla y organizar las elecciones.

Somos Perú y los Morados votaron a favor del gabinete. Es una definición de identidad en la prueba ácida. Fuerza Popular también, aunque no de manera unánime. Puede que haya aprendido tardíamente una penosa lección. Tristemente, eso en realidad ya no importa.

En suma, en el mal caso el Congreso ha sido manipulado por el interés. En el peor, fue seducido anoche por la demagogia, dama corrupta.

Hoy es el día siguiente. Y esto les va a costar. Para abril, las ambiciones habrán disuelto con vergüenza esta sociedad momentánea que hoy se descubre desnuda luego de haber pasado la noche con quien no debía. 

“Amor sin amor se paga”, decía Sofocleto.      



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sábado, 8 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 2 agosto 2020





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El “espacio” de Salvador


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


"Por qué no hay una conversación", pregunta Salvador del Solar. "Un espacio -añade- de una afinidad mínima, pero sólida". Y menciona nombres: “Julio Guzmán, Jorge Nieto y el propio George Forsyth". Se entiende que además del suyo.

Acto seguido, sin embargo, ratifica que no será candidato a la Presidencia de la República. Salvador no es un político. Su vocación es otra. Si aceptara el papel sería por sentimiento del deber o por el reto para el actor, pero no le nace la política.

Estamos en la era del carisma, del candidato presidencial que llegó a ministro o a alcalde justamente porque provenía de otro "espacio" –el espectáculo o el fútbol- y cuenta con expectativa y simpatías precisamente porque no viene de la política sino de fuera de ella y se propone adecentarla.

Los partidos políticos, en cambio, han desaparecido. No significan nada. No tienen doctrina, ni programa siquiera. No son fines ya, sino medios para alcanzar fines que los trascienden. Las elecciones, por tanto, no son ya carreras de caballos, que hoy son meras etiquetas intercambiables, sino competencias de jinetes de vistosos colores. Es por eso que adelanta Salvador que el "espacio" de que habla se halla por encima y más allá de los partidos políticos.

La demanda de ese "espacio" expresa el estado de ánimo que hoy prevalece en el sector A/B, asustado por la pandemia y la crisis de la economía. Para ese sector cae por su peso la idea que-no-necesita-demostración-porque-es-obvia de que hoy se debe deponer-toda-clase-de ambición-personal y unir fuerzas en lugar de dispersarlas. Por eso hace hincapié Salvador en el esfuerzo colectivo, no el individual.

No obstante, el “espacio” de Salvador parece limitarse solo a una de las dos orillas, la de la izquierda. Convoca a “una afinidad mínima” para que sea “sólida”. Es una suma cero. Mientras más amplia la afinidad, menos sólida. Mientras más sólida, más mínima.    

Coloca en ella –en un círculo exterior, digamos- al joven alcalde de La Victoria y ex arquero de la Selección junto con Julio Guzmán y Jorge Nieto. No está claro que Forsyth se encuentre cómodo en esas compañías, porque sus simpatizantes ocupan un espacio más grande, que no requiere de afinidades sólidas sino de empatías sueltas.  

En otras palabras, el “espacio” de Salvador no aspira al centro político ni apunta a él, como podría.


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lunes, 3 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 29 julio 2020


 

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Es lo que hay  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1

Martín Vizcarra no es un artista de la política, pero es un esforzado artesano. Su mensaje de 28, que inaugura el último año de su gobierno, ha estado destinado a agenciarse una gobernabilidad, aunque sea precaria, para este año imposible que trae una carga explosiva por desactivar.

De allí el llamado a las fuerzas políticas a un pacto patriótico -Pacto Perú, le llama- en torno a acuerdos básicos que nadie en su sano juicio objetaría: un sistema unificado de salud, una educación de mejor calidad de la educación con acceso virtual, un crecimiento sostenible en mercado de competencia, eliminar la pobreza extrema, una reforma de la justicia.

No hay tiempo ni espacio ya en su gobierno, sin embargo, para ninguna de estas cosas. Ya sería un logro histórico que para el 2021 todos los peruanos pudieran aceder a una atención de salud por medio del SIS aunque sea de emergencia.

Pero aquí y ahora, el hecho es que la pandemia y la economía están aún en su mayor medida fuera de control. Y se ven en Espinar ya los primeros intentos del radicalismo de agitar el bloqueo que impida la exportación de minerales. Es el intento de incubar acá la violencia que vimos en Chile, en Bolivia, en Ecuador y en Colombia antes de la pandemia. El radicalismo estima que el desplome de 14% de la economía ya inevitable este año es el caldo de cultivo perfecto para desorganizar el proceso electoral y hacer un fiasco de las elecciones en la creencia de estar creando las condiciones para la captura del poder. Es la fantasía usual del radicalismo que vive perpetuamente en una burbuja política delirante. No habrá tal cosa. Pero el solo intento basta para causar estragos, porque tiene eco fuera y espanta a las asustadizas aves del capital.     

Adentro, en cambio, el Perú cuenta con el mecanismo incorporado de la informalidad. Los peruanos están acostumbrados a recursearse. Es una válvula de escape ante las crisis. No es una solución, pero es un mecanismo útil de control de daños provisional. Uno con el que, lamentablemente, Chile no cuenta. Avanzar en la formalización del derecho a la propiedad es, en efecto, lo que debe hacerse en apoyo de esos millones de peruanos que se valen de la informalidad para salir adelante hoy.

Es lo que hay. Con título de propiedad y atención de salud ya los peruanos quedarían bastante agradecidos.  
  


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domingo, 2 de agosto de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 26 julio 2020




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Rebote en la muralla


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Lo he escrito antes y lo repito: la recuperación del Perú va a ser rápida, incluso puede ser espectacularmente rápida. Este no es un mega sismo ni un mega Niño, la economía está desarmada, no destruida. Puede rearmarse rápidamente si hay consenso entre trabajadores y empresarios. Y lo hay. Es el Estado el que no comprende.

Existe un escenario potencial de recuperación muy rápida porque no hay violencia. Ni la habrá si el gobierno comprende su papel. Los bloqueos en las minas –como en Espinar y Las Bambas- son amagos de dirigencias politizadas. Peligrosos, pero amagos. No hay violencia en las ciudades porque existe la válvula de escape de la informalidad.

Es un recurso desesperado, pero uno que permite llevarse un pan a la boca. Es la última red para detener la caída de millones de trabajadores ante el descomunal frenazo de la economía formal. Es un mecanismo incorporado que compartimos con China –un autoregulador del modo de producción asiático, digamos-, cuyo papel entiende perfectamente el primer ministro chino, Li Keqiang, quien lo elogia y alienta públicamente. Es una red que desgraciadamente no tienen Chile ni Estados Unidos. Allí la violencia puede desatarse súbitamente.

La informalidad no es una solución permanente, pero es un recurso provisional de control de daños ante la crisis. No debe ser ni impedido ni obstaculizado ni condicionado, sino apoyado y ordenado con espacios designados y limpieza por parte de los gobiernos locales. Es lo que hacen las ciudades en China con respaldo del gobierno.

Esto requiere decisión politica, un giro de timón, un mensaje explícito del jefe del Estado a todos los niveles de gobierno y todas las instancias de la administración pública. El gobierno parece haber comenzado a entender que cometió un error craso al tratar de matar dos pájaros de un tiro y aprovechar la reapertura para formalizar. Pero no lo ha hecho explícito. 

La informalidad es una respuesta ante las crisis endémicas de economías de frontera como la nuestra, donde más de la mitad de la población vive del otro lado de la muralla que marca el límite donde termina el territorio. Del otro lado están los que viven afuera y entran y salen estacionalmente. El problema no es la informalidad, sino la seudo formalidad de un Estado que no sabe lo que hace.

Ahora recrudece la pandemia y del control de daños dependen miles de  vidas. No se las puede traicionar en homenaje a prejuicios necios. El primer ministro chino lo dijo así, explícitamente: “hay en China 900 millones de bocas que alimentar o 900 millones de pares de brazos para trabajar”, hay que elegir. Es hora de abandonar los prejuicios.

El momento para plantearse la formalización no es ahora en la reapertura, sino más adelante cuando hayamos recuperado el crecimiento. Si hoy aprovechamos la marea de la informalidad, mañana volveremos con el reflujo de una formalización que no cierre las puertas a quienes aun viven del otro lado de la muralla.

Así conseguiremos reforzar el poderoso rebrote de la economía y en el camino ganar la autoridad moral de quien comprende la dinámica de una sociedad de frontera en proceso entre la modernidad y la tradición.



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