jueves, 11 de abril de 2019

ESTA NOCHE miércoles 10 abril 2019



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MEDIA COLUMNA
Tirándole dinero al problema

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Como dos gotas de agua son los bloqueos ocurridos simultáneamente en Las Bambas, Apurímac, y en la región de Aracataca, Colombia, cuna de lo real maravilloso.

Ambos son reclamos de pueblos andinos por causas distintas, pero similares. En ambos el Estado se echa la mano al bolsillo por un monto gigantesco buscando una salida. Solo hasta allí llegan los parecidos, sin embargo.  

La diferencia es la estrategia para resolverlos, que difiere como el día de la noche. En Colombia, el presidente Duque firma un acuerdo luego de 27 días de bloqueo en el que el Estado invertirá 256 millones de dólares en la zona. También el Estado peruano está comprando el resto de las tierras de la carretera de Las Bambas por 100 millones de dólares y metiendo otros 455 millones en asfaltarla,dentro de un plan total de 788 millones de dólares, segín informan las agencias de prensa al mundo.

La diferencia no está en el monto. Está en que mientras Colombia va a invertir ese dinero en salud y educación, el Estado peruano no lo va a invertir, va a gastar 100 millones de dólares entregándolos a familias comuneras y personas individuales, a pesar de lo ocurrido siete años atrás con el dinero entregado antes en sumas nunca vistas. No fue canalizado por los beneficiarios a la inversión en sus tierras y en agua, sino al consumo. Hasta que, naturalmente, agotado el dinero y recaidos en la pobreza los comuneros millonarios de la noche a la mañana, es hora de extender la mano por más dinero. Sin orientación a las familias comuneras respecto de cómo o dónde invertir, ¿qué otra cosa podía ocurrir? Son ellos los únicos responsables del despropósito? Claro que no. En su abrumadora ignorancia, el Estado no previó que no podía suceder cosa distinta. Y lo más descorazonador es que hoy, con este nuevo dinero, está a punto de repetirlo mientras Colombia, en sus narices, invertirá el diinero en salud y educación. 
 
Nunca se resuelve un problema echándole dinero.

En 1998 pregunté una vez al presidente Alberto Fujimori por qué en la Constitución del 93 no se había abierto el acceso de la tierra comunal al mercado libre. Su respuesta fue que eso habría condenado a las comunidades andinas y amazónicas a la desaparición por la venta masiva de sus tierras a vil precio. Antes de abrirlas al mercado, dijo, hay que poner en valor esas tierras, las punas de todo el Perú en manos de las comunidades, bastante más de dos millones de hectáreas desde Puno hasta Cajamarca.

Ponerlas en valor cómo, pregunté yo. Su respuesta: “sembrando agua y bosque” en ellas, dijo, para fundar una industria maderera y otra textil y ganadera de vicuñas y alpacas, y una tercera de turismo arqueológico. Luego podrían abrirse las tierras  al mercado sin temor. 

Retener el agua de las lluvias en la altura, en efecto, frenaría los huaicos y pondría, además, 10 mil millones de metros cúbicos –un lago Titicaca entero- dentro de la Cordillera de los Andes para regar desde las punas hasta los desiertos, combatir los efectos del cambio climático y cambiar para siempre la geografía del Perú.

Esto es lo que debió hacerse. Es lo que todavía debe hacerse en Las Bambas por una ínfima parte de lo que costaría asfaltar la carretera, y en toda la Sierra de los países andinos. Es en lo que este gobierno debería invertir esos cientos de millones de dólares que se prepara a echarle al problema sin resolverlo.        


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