miércoles, 8 de enero de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 8 enero 2020


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MEDIA COLUMNA
Medio siglo de atraso


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Estuvo en Lima hace algunas semanas un miembro del Consejo de Estado de Francia, el profesor Bertrand Mathieu. Ofreció una conferencia en la Universidad Católica.

La conferencia era nada menos que sobre la Quinta República Francesa. Como he escrito innumerables veces que ese es exactamente el salto cualitativo que el Perú debe dar, y ya que la Embajada de Francia tuvo la amabilidad de invitarme, asistí.

La Quinta República Francesa es la formidable creación política con la que Charles De Gaulle devolvió en 1958 a su país al equilibrio de poderes dejando atrás el monumental fracaso anunciado de la Cuarta República.

La Cuarta República Francesa había fracasado por la misma razón que la Tercera, porque en ambas el Congreso prevalecía sobre el poder Ejecutivo. Es decir, por falta de equilibrio de poderes.

Por la misma razón –y De Gaulle lo sabía bien- había fracasado también la República alemana de Weimar de 1919, que incubó su propia contradicción en el nazismo. La Constitución de Weimar fue el resultado del invento puramente cerebral -la norma hipotética fundamental- de Hans Kelsen, padre de constituciones caviares, incluidas las nuestras de 1920, 1933 y 1979.

Terminada la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, De Gaulle propuso a Francia en 1946, en el discurso de Bayeux, una constitución que corrigiese la falta de equilibrio de poderes que había llevado al fracaso a la Tercera República y a Alemania, a la Segunda República española y a la italiana. No lo escucharon. De Gaulle se retiró entonces de la política, a su pueblo de Colombey, sabiendo lo que ocurriría.

Doce años después fueron a tocarle la puerta, a pedirle que volviera. Lo hizo, con la condicíón de que se aprobara su propuesta de 1946. Esa fue la Constitución de 1958, la de la Quinta República que hizo de Francia la democracia que es hoy con gobernabilidad gracias al equilibrio de poderes. 

El error repetido una y otra vez en la historia francesa desde la Tercera República en 1870 y en la Cuarta aún hasta 1958, por casi un siglo, es el que seguimos cometiendo en el Perú. 

En la atmósfera irrespirable de nuestra reforma política frustrada por enésima vez, sin embargo, fue una brisa de aire fresco escuchar que la Quinta República permitió a Francia devolverle al pueblo la soberanía secuestrada por el Parlamento.

El problema no es que el Perú copie sus instituciones políticas de Francia, sino que lo hace con medio siglo de atraso.


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