ESTA NOCHE,
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Vizcarra descubre la democracia
de baja gobernabilidad
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Si la inversión privada no irrumpe
masivamente en la escena, no habrá crecimiento.
La inversión pública no basta por sí misma para
mover la economía. Es como tratar de arrancar un generador con una manivela. El
arrancador de la inversión -la pública y la privada- es la gobernabilidad.
Esto ya lo ha comprendido con claridad el
presidente Martín Vizcarra. Ha descubierto la baja gobernabilidad de nuestra
democracia. Pero aun no ha visto exactamente dónde está la falla en la
arquitectura de nuestra democracia que origina la baja gobernabilidad.
Nuestra democracia es de baja gobernabilidad
por falta de equilibrio de poderes. Produce una gobernabilidad precaria, insuficiente
para proveer la seguridad jurídica que la inversión necesita en la escala que
hace falta. Por lo mismo, el Presidente ha comprendido también, acertadamente, que
la gobernabilidad necesita de la bicameralidad.
Pero aun le hace falta ver el escenario
completo. La bicameralidad es solo la parte relativa al Congreso de la fallida
arquitectura institucional, uno de los tres poderes del Estado. La
gobernabilidad requiere también de la reforma de los otros dos: el poder
Judicial y el Ejecutivo.
Así parece avizorarlo el gobierno al convocar
a las regiones a debatir la descentralización para restablecer el equilibrio
interno del poder Ejecutivo.
No parece divisar aún, en cambio, el papel
crucial en la batalla contra la corrupción de la reforma de la Justicia. Tampoco
sabe qué hacer al respecto.
El secreto está en que no es posible reformar
cada poder por separado. Lo que hace falta es restablecer el equilibrio entre
los tres poderes del Estado, perdido en el Perú hace mucho tiempo. Es necesario
rediseñar en la Constitución el sistema de las relaciones entre los tres
poderes. Nada menos.
¿Parece una tarea imposible? No lo es.
Francia lo consiguó en 1958 con el paso de la Cuarta a la Quinta República. Es
lo que debemos hacer. Hasta que ese rediseño se aborde con decisión política
unánime, la falla en la arquitectura institucional continuará allí y la nuestra
seguirá siendo una democracia de baja gobernabilidad.
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