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MEDIA
COLUMNA
La
trampa de la
visión
de túnel
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
El problema es la recaída en la pobreza de la mitad de la clase media, y lo que en primer lugar importa es qué hacer ante esta realidad, en la que millones se ahogan en mitad del río.
Pero desde ninguna de las dos orillas llega ayuda.
El salvavidas que ofrece la orilla izquierda es una constituyente.
Más le valdría arrojar un yunque. Es una operación de salvataje inútil: Es
peor, una que sacrifica más vidas de peruanos en el altar de la ideología y en
nombre del espejismo de una tábula rasa, de un nuevo punto de partida, de una
página en blanco, como si la historia recomenzara. El cortoplacismo miope de la
izquierda es incapaz de mirar más alla de ese evento imaginario que deber parir
un mundo nuevo. La suya es una forma de revivalismo, indolente de las
necesidades humanas de este día. Y es un delirio políticamente reaccionario.
La otra orilla, no obstante, todo lo que ofrece es resistir, ganar
tiempo para preparar un nuevo escenario de conflicto de poderes y una cascada
de vacancias que desemboque en otro gobierno provisional que convoque a nuevas elecciones.
Más acá de eso ninguna otra cosa vale la pena. Más allá de eso no hay nada. Es,
otra vez, una reducción de la historia al corto plazo, otro delirio político reaccionario.
Una y otra orilla han construido su propio fin del mundo y lo han
colocado en el corto plazo. Esto es lo que ofrecen a un pueblo que se ahoga y que,
aunque no tenga palabras para expresarlo, lo que pide es una salida del túnel
en que estamos en la oscuridad.
El Perú no acaba el 28 de julio de su bicentenario como república.
Si esta ha durado doscientos años, nuestra relación con el mundo ya tiene
quinientos, y no es sino la décima parte de nuestra historia, que ha durado
cinco mil. Somos la cuna de la civilización en esta parte del globo, y un
pueblo con un largo pasado a cuestas, de cientos de etnías y decenas de
lenguas. Por lo mismo, somos un rompecabezas a medio armar, difícil de
ensamblar. Pero nuestros recursos naturales son la promesa para el futuro del
planeta. Eso es lo que realmente está en juego hoy aquí sobre la mesa en estas
malhadadas elecciones.
Sin embargo, el destino del Perú no depende en realidad de lo que
alguien diga o deje de decir en un discurso, aunque sea el presidente de la
República. Hay procesos históricos de largo plazo en marcha que no obedecen a
quienes están transitoriamente en el gobierno. Ese proceso es el de la libertad
en democracia y la propiedad en la libre competencia. Eso se halla ya en el ADN
de los peruanos. Nadie podrá quitárselos. Ni la libertad ser suprimida por la
dictadura, ni la propiedad escamoteada por el mercantilismo. Esa era ha
terminado.
Tenemos que volver a mirar lejos, sin embargo. Más allá de ambas
trampas reaccionarias, ese proceso
histórico es lo verdaderamente revolucionario. La visión de túnel es, en sí
misma, el engaño que debemos disipar.
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