sábado, 10 de noviembre de 2018

ESTA NOCHE miércoles 6 noviembre 2018




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MEDIA COLUMNA
¿Viejo y confiable aliado o
nuevo mejor amigo chino?
 
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


China lleva a cabo en estos momentos en Shanghái una masiva exposición a la que asisten tres mil empresas de 130 países y un número de jefes de Estado de América, donde China ha puesto los ojos para una cabeza de playa estratégica en el Canal de Panamá. Al inagurar la Expo de Shanghái, el presidente Xi Jinping ha asegurado que la apertura económica es "imparable" y que "China no parará sus pasos en la construcción de una economía mundial más abierta", llamando a abrir los mercados para crear una economía global, como lo hacía Estados Unidos hace veinte años. Christine Lagarde, la directora del FMI, le ha llamado a esto  un "puente hacia el futuro".

La herramienta del “puente hacia el futuro” es la propuesta global de una  nueva “Ruta de la Seda” alrededor de la Tierra. La “Ruta” une en Sudamérica el Océano Pacífico con el Atlántico por tren, como lo hizo Norteamérica en el siglo XIX. Cuando el primer ministro chino visitó el Perú no hace tanto, vino directamente desde Brasil y propuso a ambos países la construcción de ese tren desde el puerto de Paita en el Perú hasta el puerto de Santos en Brasil, más de 3.700 kilómetros. Se firmaron entonces varios acuerdos en ese sentido. Se habló de una inversión de 10 mil millones de dólares financiada por China.

Ese tren tendrá sinergias económicas y sostenibilidad. Traería soya de Brasil para exportarla a China. Brasil está reemplazando en el mercado chino las exportaciones de soya de EEUU, suspendidas por las decisiones de política arancelaria del gobierno de Donald Trump. Es un vacío que va a llenar con millones de toneladas de granos. El tren no regresaría vacío a Brasil. Llevaría fosfatos de Bayóvar, en manos de Vale, una empresa brasileña, para ser fertilizante de la agricultura de la soya brasileña. Es un perfecto circuito cerrado.

El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ha adelantado que China es hoy el primer socio de Brasil y que ambos quieren multiplicar el comercio. China desplazó hace una década a Estados Unidos como socio principal de Brasil, que hoy exporta casi 50 mil millones de dólares anuales a  China. Curiosamente, sin embargo, Bolsonaro necesitó el lunes pasado una reunión con el embajador de China en Brasilia para aclarar un malentendido. Circulaba la especie de que el nuevo gobierno de Brasil se alejaría de China para aproximarse a Estados Unidos. Había que desmentirlo. Brasil no necesita elegir entre sus dos socios.

¿O sí? Nada es sencillo cuando hay en juego intereses geopolíticos masivos. Cuando estuvo en Lima hace muy poco el entonces secretario de Estado norteamericano dijo que Latinoamérica debería hacer negocios con su viejo y confiable aliado norteamericano en lugar de con su nuevo mejor amigo chino.

Ahora hay una segunda propuesta de “tren bioceánico”. Este viene de Santos en Brasil, pero no llega a Paita sino a Ilo, en Moquegua, tierra del presidente Vizcarra atravedsando el territorio de Bolivia. El proyecto es resueltamente empujado por el presidente Evo Morales, que estudia un posible financiamiento de España, del Reino Unido o de un consorcio suizo-alemán. Este tren cuesta 14 mil millones de dólares, pero no es clara su sostenibilidad económica, más allá de la carga hacia y desde Bolivia. Competirá, además, con un tercer “tren bioceánico” que a Chile le gustaría construir, según anuncia el presidente Piñera, y que es la pesadilla boliviana.
  
Estados Unidos construyó su red ferroviaria de costa a costa en la segunda mitad del siglo XIX. Es la formidable historia de Cornelius Vanderbilt y el gran palacio que edificó en la terminal, en honor de los trabajadores que construyeron el ferrocarril: la Grand Central Station de Nueva York. Estamos en el siglo XXI y es hora de hacer lo mismo en América del Sur. Y, como Brasil, tampoco nosotros necesitamos realmente elegir entre nuestro viejo y confiable aliado y el “puente hacia el futuro” de la Ruta de la Seda de nuestro nuevo mejor amigo chino. Hay espacio para ambos. ¿O no?



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