viernes, 25 de junio de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 23 junio 2021 "En la constituyente chilena todo requiere dos tercios"


  

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En la constituyente chilena

todo requiere dos tercios

 

Jorge Morelli

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La Convención que escribirá la Constitución de Chile se instala el 4 de julio, en menos de dos semanas. Sus integrantes fueron elegidos el 15 y 16 de mayo pasado.

 

La Convención sesionará en Santiago mientras, paralelamente, el Congreso seguirá funcionando en Valparaiso.

 

De las 155 curules de la Convención Constituyente, 17 pertenecen por adelantado a los pueblos originarios: siete para los mapuches, dos para los aimaras y ocho para otros tantos grupos étnicos (los quechuas entre ellos). La Convención está compuesta por 78 hombres y 77 mujeres.

 

La coalición de derecha (Vamos por Chile) tiene 37 votos; los independientes tienen 11; el centro izquierda (Lista del Apruebo, Independientes No Neutrales) tiene 36; la izquierda (Apruebo Dignidad, Lista del Pueblo) tiene 54. Más los 17 votos de los pueblos originarios suman 155.

 

Toda decisión relativa a la Constitución, al contenido y su texto, se aprueba por los dos tercios de los votos la Convención. O sea, 104 como mínimo de un total de 155.

 

La izquierda y el centro izquierda sumados alcanzan 90 votos. Solo podrán sobrepasar los dos tercios si los pueblos originarios (17) votan cerrado con ellos siempre. Bastaría que la izquierda pierda cuatro votos y queda sin poder aprobar un texto por sí sola.

 

El texto constitucional tiene tres candados: no podrá cambiar el régimen democrático y republicano, ni las sentencias judiciales, ni los tratados internacionales de Chile. Las disputas deben ser resueltas por cinco miembros de la Corte Suprema chilena elegidos por sorteo.

 

La Convención Constituyente tiene nueve meses (más tres adicionales de prórroga) para terminar el el proyecto constitucional a ser sometido a referendum. La Convención se disuelve una vez aprobado el texto. Hay un cuarto candado: la Convención se disuelve también si se cumple el plazo de prórroga sin que exista un texto aprobado.  

 

Como se ve, la izquierda chilena no las tiene todas consigo.

 

 

 

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jueves, 17 de junio de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 16 junio 2021 "Te tiro la hoz, te tiro el martillo"

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Te tiro la hoz,

te tiro el martillo

 

 

Jorge Morelli

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Las discrepancias entre Vladimir Cerrón y Pedro Castillo parecen haber llegado a su punto de saturación y la fractura entre el candidato y el secretario general del partido puede ser inminente.

 

Hay quien cree que eso es falso, que todo está fríamente planeado entre ambos–como en la vieja teoría de las dos líneas del pensamiento Gonzalo- y que el enfrentamiento es un montaje para engaño de tontos. No parece el caso, porque los agravios han llegado ya al nivel personal para con los nuevos allegados a Castillo.

 

El acercamiento a Castillo de la caviarada de Verónika Mendoza es lo que ha provocado este desenlace. Cerrón viene desautorizando a diestra a siniestra a la caviarada de la Vero, que se sube por todas partes al carro del candidato procurando hacerse del control. Pero no se trata solo ya de la continua reaparición de Pedro Francke en cuanta presentación pública se ofrece -lo que ofende a Cerrón y resulta ya deliberado-, sino ahora también de la reunión de Castillo con el morado Julio, a quien recibe con los brazos abiertos.

 

Es que a Castillo le ocurre tal vez como a esos aspirantes a estrella que un día la pegan en el escenario y llaman la atención de un manager importante. Este le hace ver que hasta ahí ha podido llegar con el amigo del pueblo, pero que en las grandes ligas necesita a un profesional que le cambie la imagen y el repertorio por otro más amplio.

 

De inmediato, lo que ha causado el distanciamiento es quién decide la conformación del gabinete si Castillo asume. En el Congreso, Cerrón tiene el control de la bancada, pero quiere nombrar también al gabinete o parte de él y ve con desmayo que la caviarada se está apoderando de las sillas. Esto, por lo mismo, ya augura el nuevo conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo, que disparará contra el gabinete caviar como a peces en un barril con el aplauso de la oposición.    

 

Desde luego, a Cerrón no le faltan motivos para sentirse estafado. Años ha trabajado el sueño del partido comunista ortodoxo, entrenándolo para embestir como toro en la plaza, ¿para terminar viendo a unos advenedizos robárselo? El partido ya ha sacado un comunicado cerrando filas con su secretario general.

 

Pero el hecho es que los programas son cada vez más incompatibles. Mientras Castillo parece hacer concesiones –acaso a medias de la boca para afuera- a la hoja de ruta caviar, que promete respetar la Constitución, el Banco Central y todo lo demás, Cerrón se mantiene incólume en la línea dura del programa original. Esta incompatibilidad es imposible de resolver, la confrontación es inevitable por lo tanto.

 

No solo en el supuesto gobierno sino desde ahora mismo, Cerrón amenaza a Castillo con tirarle la hoz y también el martillo.

 

 

 

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domingo, 13 de junio de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 13 junio 2021 "Sin legitimidad no basta la fuerza"

 

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Sin legitimidad

no basta la fuerza

 

 

Jorge Morelli

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El dólar está ya cerca de cuatro soles e impacta con fuerza en los precios del trigo para el pan y los fideos, y del maiz para alimento de los pollos, que en ambos casos importamos en su totalidad a precios que, además, se estpan disparando en la economía global postpandemia. El alza del dólar ya genera inflación en soles y la inflación provoca una mayor alza del dólar. Y esto empeora. Es una espiral que los peruanos hemos conocido bien en el pasado. Conduce al desabastecimiento y las colas en la calle. Es lo que ocurre hoy en Cuba y en Venezuela.

Si ambos regímenes han durado tanto es por la fuente de dólares del petróleo de Venezuela. Pero no es inagotable. Su producción hoy no es ya ni la sombra de lo que fue. Y lo será cada vez menos en un mundo que rechaza los combustibles no renovables y la contaminación ambiental. Allende no duró en Chile porque el experimento se ahorcó por falta de dólares. Lo mismo pasará en la Argentina. De allí que apoderarse de los recursos naturales del Perú, de Chile y de Bolivia sea para el castrismo una cuestión de vida o muerte. El cobre, el oro, el litio y el uranio del siglo XXI son la fuente de dólares que necesita para seguir respirando. Sin ella, muere.

 

Lo que hace Venezuela hoy es armar a un contingente de mercenarios capaces de reprimir a cualquier costo toda expresión de protesta en las calles sin que importe la violación masiva de derechos humanos. Eso es imposible sin someter primero a las fuerzas armadas, lo que supone copar antes los servicios de inteligencia para hacerlos girar 180 grados hacia adentro, a vigilar a las propias fuerzas armadas de modo de separar de ellas a todos los oficiales potencialmente opositores al gobierno. Esa es la receta del castrismo. El propio Fidel se la detalló años atrás a Hugo Chavez. Sin dólares ya, solo la fuerza bruta permite al castrismo permanecer en el poder hoy en una Venezuela hambrienta.

 

Lo que al pueblo peruano le interesa de inmediato es el precio de los alimentos –del pollo y del pan- y tomará la calle si la inflación no para. El gobierno tendrá que lidiar con eso. Y, sin legitimidad, no podrá hacerlo sino por la fuerza. Si el recuento de actas electorales actualmente en marcha en el Perú no llega a su término con transparencia y hasta el último voto, el resultado será un gobierno sin legitimidad de origen. Un gobierno así solo se puede sostener por la fuerza de las armas.


 

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miércoles, 9 de junio de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 9 junio 2021 "Montar guardia en el Congreso"

 


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Montar guardia

en el Congreso 

 

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Se ha destapado la pieza que faltaba en el rompecabezas del plan de izquierda para conseguir una asamblea constituyente en caso llegara al gobierno. Al parecer, ha comprendido que convocar a un referéndum para ese fin por decreto supremo del poder Ejecutivo es inconstitucional. Ese gobierno se pondría, desde el primer día, al margen del Estado de Derecho. Para no salir de la cancha de la democracia, entonces, estaría optando por otro camino  para cambiar la Constitución.

 

Un camino previsto en la propia Constitución. El artículo 206 de la Carta dispone para esto dos alternativas.

 

La Constitución ofrece un primer camino: la aprobación por el Congreso en dos legislaturas sucesivas. Ya no hay referéndum en este caso. Pero la izquierda no tomará este camino porque la propia Constitución exige en el articulo 206 para esto una mayoría de dos tercios del número legal de congresistas en cada legislatura. La izquierda sabe que no alcanzará los dos tercios.

 

La segunda alternativa consta de dos pasos sucesivos: aprobación por el Congreso y luego ratificación por referéndum. Este es el camino elegido. Es por eso que la izquierda se propone, al parecer, debatir en una legislatura antes de 28 de julio el referéndum para modificar la Constitución. Con ello, el reférendum posterior ya no sería inconstitucional.   

 

Pero este camino tampoco está exento de obstáculos. El primero es que la Carta señala expresamente que la aprobación del Congreso en este caso debe hacerse con mayoría de más de la mitad del número legal de sus miembros.

 

¿Existe hoy en el Congreso una mitad de congresistas dispuestos a aceptar ahora que aprobar la modificación de la Constitución, en medio de la trifulca electoral, para servir la mesa al referéndum posterior?

 

Hay al respecto un proyecto en la Comisión de Constitución que aun no tiene dictamen. Luego de reciente visita del presidente de la comisión a Francisco Sagasti, el congresista informó que su comisión dejaría de lado algunos temas de reforma, pero nada dijo de este.  

 

El hecho es que no puede descartarse. De manera que ahora hay que montar guardia también en el Congreso. Estamos prevenidos.  

 

 

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sábado, 5 de junio de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 6 junio 2021 "El fantasma de Túpac Amaru"

 

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El fantasma de

Túpac Amaru

 

Jorge Morelli

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Ha reaparecido en estas elecciones nuestro más antiguo conflicto: el que separa a la Sierra del Sur de la Costa Norte del Perú. Las encuestas están mostrando preferencias del orden del 70% de uno y otro lado en una encrucijada que es mucho más que un mera contienda política de izquierda y derecha. La feroz polarización actual tiene poco de debate político. Echa sus raíces emocionales en graves cuestiones históricas y étnicas. Inocultable, el fantasma de Túpac Amaru se ha hecho presente.

 

El Perú nunca fue una colonia, fue un virreinato. Eso no es un hecho banal. No hubo genocidio en la Conquista. Es parte de la leyenda negra. Murieron millones por enfermedades a las que la población no era inmune. No tenía anticuerpos, pero eso no se sabía entonces. Murieron sin que nadie supiera de qué. Fue una tragedia, no una política genocida. La nobleza heredera de los curacas indígenas llegó con sus tierras y títulos hasta fines del siglo XVIII. La muerte ignominiosa de Tupác Amaru en 1780 a manos de los borbones del trono español habría sido impensable cien años antes. La respuesta a la sublevación, en cambio, fue brutal: arrebató a la nobleza indígena el derecho de mayorazgo -según el cual la tierra quedaba en manos del hermano mayor- obligando a repartir la tierra entre todos los hijos. Les quitó la propiedad, según se entendía entonces. Esto quebró la columna vertebral de la economía del Sur del Perú. Ese fue el verdadero genocidio, sumado a la creación del Virreinato del Río de la Plata, otra decisión política borbónica, que quebró el negocio de arriero de mulas a Tucumán y Buenos Aires de José Gabriel Condorcanqui, curaca de Tungasuca, que entonces tomaría el nombre del último inca, Túpac Amaru.

 

No somos el ombligo del mundo, pero estamos hoy en la primera línea de combate entre la tradición y la modernidad.

 

La noticia global hoy es que el grupo de las siete naciones con mayor peso en la economía global –conocido como el G7- aprobó el viernes crear un impuesto global a las grandes empresas. Deberá ser ratificado pronto por el G20, el G7 ampliado a otros.  El gatillo de la decisión es, desde luego, el gasto ilimitado hecho por todos los Estados a causa de la pandemia. El impuesto será como mínimo del 15% o mayor. Eso es lo que se discute. El debate económico de nuestra era gira, igual que hace más de 200 años, en torno a más Estado o menos Estado. El liberalismo del consenso de Washington llegó en este sentido tan lejos como se puede en política real, en dirección de la desregulación y el menor Estado posible. Los republicanos estadounidenses han sido sus defensores siempre. Margaret Thatcher y Ronald Reagan fueron sus abanderados desde 1980. La drástica reducción del impuesto a la renta en EEUU hecha por Donald Trump en los últimos años ha sido su última gran ofensiva. Los demócratas, en cambio, han sido partidarios siempre de que el Estado intermedie la tajada más grande posible de la economía de la primera potencia global. Joe Biden volverá a subir el impuesto a la renta en EEUU: han ganado las últimas elecciones. La pandemia ha traido en todas partes un reverdecimiento del gasto público. La decisión política prevalece hoy sobre la economía. Pero no es una cuestión de doctrina ya, sino de oportunidad. Hicieron bien Thatcher y Reagan en actuar drásticamente contra la inflación siguiendo el pensamiento de Hayek. Hizo bien también Franklin Roosevelt en atacar la Gran Depresión con gasto público masivo, lo que Keynes convirtió luego en doctrina (no sin advertir que en ausencia de expectativas el gasto público solo genera inflación), como hizo bien en liderar al mundo libre contra el estatismo nazi en el Día D un 6 de junio, como hoy, hace 77 años. ¿Hace bien hoy el G7 en gravar a las grandes empresas globales en nombre del pueblo abatido de todo el planeta? 


Es el mismo antiguo dilema el que estamos viendo. Pero, en nuestro caso, la pandemia no ha significado solamente un resurgimiento del estatismo que se cree por encima de las libertades ciudadanas. Ha traido a la memoria de los peruanos del Sur el doloroso recuerdo de su último inca.

    

 

viernes, 4 de junio de 2021

MEDIA COLUMNA miércoles 2 junio 2021. "Los dos escenarios"


 

 

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Los dos escenarios

 

Jorge Morelli

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Si Castillo ganara el domingo, la primera batalla será en torno a la convocatoria inconstitucional a un referéndum para elegir una Asamblea Constituyente. No hay modificación constitucional por referéndum. Eso no lo decide el poder Ejecutivo de facto por decreto supremo. Esa convocatoria, entonces, será objeto de una demanda de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional y el tema quedará pendiente hasta que este se pronuncie. Si el gobierno de Castillo insiste en convocar por derecto supremo al caballazo, como de seguro intentará, inevitablemente el conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo quedará instalado desde el primer día.

 

La guerra abierta entre Castillo y Cerrón, que ya arreció en toda la campaña, se convertirá en un segundo nivel de conflicto de poderes entre el Ejecutivo controlado por Castillo y la bancada de Perú Libre dominada por Cerrón.

 

Esos dos niveles de conflicto de poderes serán el escenario permanente que la oposición tendrá que manejar. 

En el escenario alternativo, si ganara Keiko Sofía, estaremos ante una situación aguda de inmediato por acusaciones de fraude que tomarán la calle en el intento de marcar la cancha y desestabilizar al gobierno entrante.  Acá hay un problema de fondo.

 

Propongo la siguiente pregunta: ¿por qué fracasó Macri en Argentina, por qué fracasó Piñera en Chile, por qué Duque está fracasando en Colombia y Bolsonaro en Brasil? Esas no son victorias de la izquierda en mi opinión, sino fracasos de la derecha. Y se deben a dos razones. 


Primero, ha habido una falla en la aplicación del modelo económico. Los organismos reguladores no han asegurado la defensa de los derechos de la persona a la libre competencia en el mercado y contra el abuso de la posición de dominio de los oligopolios público-privados. Y menos aun han defendido el derecho ciudadano a la propiedad. 


Hernando de Soto está convocando a una conferencia internacional auspíciada por los partidos republicano y demócrata en EEUU y también en Europa, para señalar el peligro que hoy amenaza al Perú, mal conocido en el exterior donde la prensa asume que la dupla Castillo-Cerrón es una especie de versión local del mexicano López Obrador o de los comediantes Fernandez & Fernández en Argentina, cuando lo que aquí ocurre es algo tanto o más peligroso que Maduro en Venezuela. De Soto presentará en esa conferencia su propuesta para corregir la inequidad, la falta de inclusión en el acceso a la propiedad y al capital que se halla en el origen de la desigualdad en Sudamérica y en el centro de la falla en el modelo económico.    

 

Eso no es todo. El fracaso de la derecha sudamericana se debe, además, a algo que amenaza también desde el primer día el posible gobierno de Keiko Fujimori. La he llamado muchas veces “democracia de baja gobernabilidad” (o DBG). Es una falla en la arquitectura del sistema de gobierno, un equilibrio de poderes mal diseñado que genera el permanente conflicto de poderes que no se puede resolver a menos que el oficialismo tenga mayoría parlamentaria. La democracia, sin embargo, debería ser el sistema que  la garantíxa la gobernabilidad especialmente cuando el gobierno no tiene mayoría en el Parlamento.

 

La DBG es una enfermedad crónica con la que no es imposible convivir, pero que debilita y desestabiliza la democracia, reduce sus defensas y trastorna su equilibrio hasta hacerla incapaz de resolver los problemas del pueblo. Es de aquí que nace esa falsa tolerancia con el autoritarismo que aparece todos los años en las encuestas de Latinobarómetro. No es descontento con la democracia sino con su forma ilegítima, la DBG. La trampa lleva del fracaso de la DBG al fracaso del autoritarismo, su antítesis, una falsa solución que conduce luego a una nueva transición a la democracia de baja gobernabilidad.         

La mayoría de las naciones sudamericanas instalaron ellas mismas desde su nacimiento hace 200 años ese desequilibrio que genera el conflicto de poderes permanente. Desoyeron el consejo de Bolívar en el discurso de Angostura. Decidieron ser repúblicas sin darle al Ejecutivo un poder suficiente para equilibrar el enorme peso del Congreso, que representa al pueblo.

 

El caso del Perú es probablemente el peor de todos. Pudo corregirse la falla del sistema de gobierno en el Congreso elegido el 2016, pero se perdió la oportunidad. Hoy hay que retomar el camino con pasos prudentes. El primero es volver a la bicameralidad, que permite encapsular el conflicto de poderes dentro del Congreso y sacarlo del ámbito de la relación con el Ejecutivo, donde pone en peligro a la democracia. 


Sucesivas vacancias de la Presidencia y disoluciones del Congreso han puesto a nuestra democracia al borde del abismo hoy. Pero saldremos a salvo de esto.

 

 

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domingo, 30 de mayo de 2021

MEDIA COLUMNA domingo 30 mayo 2021. "Hasta ahí nada más llegó la globalización"

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Hasta ahí nada más 

llegó la globalización 


 

Jorge Morelli

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Somos una nación en la frontera de un imperio que ha perdido la fe en sí mismo. Hace ya 50 años que Estados Unidos perdió la guerra de Viet Nam. El pueblo americano no entendió por qué debía enviar a sus hijos a morir al otro lado del Océano por una causa ya sin legitimidad. Injustamente, mientras los soldados que retornaron de las dos guerras mundiales fueron recibidos como héroes, a los que volvieron de Viet Nam les escupieron en la cara.   

 

El pueblo norteamericano asume hoy que es ilegítimo apuntalar intereses económicos con fuerzas militares. Y tampoco tiene claro ya si debe hacerlo por la democracia en el mundo.

 

Estados Unidos lanzó la tercera globalización hace 30 años. El “deal” era que trasladaría su industria y su empleo a países emergentes e importaría de ellos los productos terminados. La apuesta era que lograría mantener, a cambio, el liderazgo tecnológico global en lo financiero y en lo militar. 


Si bien las economías emergentes estaban listas para la división del trabajo que se les proponía -exportar a EEUU toda clase de bienes y servicios, el pueblo norteamericano no pudo o no estuvo dispuesto a renunciar a esos empleos para especializarse migrando hacia los servicios en la tecnología y las finanzas, que solo dieron empleo e ingresos a los menos. Qqqqqq+@@@@@+


Hasta ahí llegó la tercera globalización. Y los países emergentes nos hemos quedado con dos tercios de la población del lado informal del muro. Lo vemos hoy en todo el planeta. También cumplieron su ciclo las dos globalizaciones anteriores de la Era Moderna: la del Imperio Británico en el siglo XIX -que duró cien años entre Waterloo y la Primera Guerra Mundial-; y la del Imperio Español en el siglo XVI, el “defensor fidei”, el brazo de la Iglesia Católica, del que fue parte el Virreinato del Perú, cuyo oro pagó por las guerras de Carlos V contra los protestantes alemanes, los turcos musulmanes y su imposible aliado cristiano, el rey de Francia.

 

Fracasada la tercera globalización, Estados Unidos dejaría ya de invertir en Asia, por su creciente rivalidad con China. Y al parecer anunciaría que vuelve a Sudamérica con un plan llamado “Near Neighbor”, vecino cercano, que trasladaría a este continente la producción industrial que ya no tendría garantías en Asia. Colombia –con salida al Pacífico y al Atlántico y al lado del Canal de Panamá- ya estaría conversando sobre una inversión de 40 mil millones de dólares.

 

Es que, en efecto, el imperio en expansión, el de la cuarta globalización quizá, es China. Se halla en nuetras costas desde hace décadas con inversiones masivas en recursos naturales: pesca, minas y energía. Y, ciertamente, ha llenado un vacío.

 

Nosotros somos pueblos de frontera de esos imperios globales, siempre lo hemos sido. Estamos habituados a vivir de ambos lados de la muralla entre la ciudadanía y el anonimato, entre la formalidad y la informalidad. No es una muralla física, sino una que permite un acceso relativamente fluido de ambos lados, pero nunca en condiciones de igualdad. No estaremos en condiciones, sin embargo, de negociar nuestros recursos de manera soberana e independiente con ambos contendores mientras no pongamos fin a esa exclusión.

 

Lo que esta semana decidiremos es si estamos listos para hacerlo.

 

 

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