jueves, 21 de noviembre de 2019

MEDIA COLUMNA miércoles 20 noviembre 2019



Donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
Partera de la historia

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


La decisión de Xi Jinping de poner a disposición de Brasil y del gobierno de Jair Bolsonaro la suma de cien mil millones de dólares para invertirlos en infraestructura coloca una divisoria definitiva entre la política exterior de China y la del eje La Habana-Caracas-Buenos Aires-Foro de Sao Paulo y su alias del Grupo de Puebla en el DF mexicano.

Pero no es el monto lo que pesa más. Lo decisivo es el contraste entre, de un lado, el modus operandi de China con la Ruta de la Seda y sus megacréditos a las economías emergentes, socias suyas en la construcción de la infraestructura para el siglo XXI y, de otro, la violencia brutal desatada por el Eje en Sudamérica instrumentando el malestar del pueblo por la desaceleración del crecimiento y la frustración de su legítima expectativa de progreso.

Esa violencia es estéril, sin embargo, y no partera alguna de la historia. Lejos de derribar a los gobiernos de Quito y Santiago, como era su propósito, terminó precipitando la caída del gobierno en La Paz. Y es pírrica su victoria argentina,  porque el caos actual de esa economía es ingobernable.

El gesto de Xi hacia Bolsonaro es un mensaje: China se distancia de la barbarie. Lo hace saber a la región y al mundo con este anuncio que más que económico es una decisión política para el futuro del mundo. Y lo hace en la patria de Bolsonaro y en persona, de modo que no haya ambigüedad alguna ni la sombra de una duda.

Venezuela le debe a China décadas de petróleo pagado por adelantado. Pero Xi ha comprendido que el gobierno chavista no tiene ya salvación. Y que cualquiera que le suceda tendrá que llegar a buenos términos con China (y Brasil) para la reconstrucción del país. (Rusia también ha comprendido y ve por sus intereses en Bolivia reconociendo al nuevo gobierno).

El complemento de la decisión política de China es la decisión política también de EEUU –que hay que saludar- de competir con la Ruta de de la Seda con su propia organización para la construcción de la infraestructura global del siglo XXI: la Red de Puntos Azules o Blue Dot Network.

Ahora se entenderá por fin la verdadera dimensión del descalabro de la corrupción en Sudamérica.

La región permaneció cerrada por décadas a la competencia extranjera en la construcción de infraestructura. El mercantilismo fue la herramienta del gobierno brasileño del Eje. La megacorrupción de los clubes de la construcción que ocurría a la vista de todo el mundo tarde o temprano sería cuidadosamente investigada y su caída meticulosamente tramada en la mesa de poker de los recursos globales. El objetivo era legítimo: abrir el mercado sudamericano a la competencia global.

Ahora veremos cada vez más empresas extranjeras compitiendo en las licitaciones de obra pública en Sudamérica. De hecho, los Panamericanos de Lima con el Reino Unido ha sido la primera experiencia exitosa.

Es hora de entender el verdadero guión que hemos vivido. El destape de la corrupción sudamericana no ha sido un melodrama regional, sino un capítulo de la historia mundial: la apertura de un continente entero al mundo.

Si hay un simil, es el de Japón. Cerrado al mundo durante tres siglos de shogunato, fue virtualmente obligado a entrar al mercado mundial a mediados del siglo XIX. Pero lo importante fue la respuesta japonesa. Se llamó la reforma Mei Ji, uno de los ejemplos más extraordinarios de cómo regular un proceso de cambio, una reforma simultánea de la tecnología, la economía, la política, la educación y hasta la religión –para adoptar el sintoísmo-, que comenzó con la enseñanza obligatoria de inglés en todas las escuelas públicas de Japón hace siglo y medio. El caso de China, igualmente, muestra cuál es la verdadera partera de la historia.   

A 200 años de la creación de la República del Perú y casi 500 de la llegada de la primera globalización a estas costas con todos sus claroscuros, es hora de entender que lo que importa es nuestra respuesta y lo que hacemos con ella. Si lo que hoy viene de fuera es la competencia entre la Ruta de la Seda y la Red de Puntos Azules, la respuesta es un cambio institucional, constitucional, para que una nueva gobernabilidad nos permita participar en ella.

La exportación de la violencia “revolucionaria” –la partera de la historia, según el Eje- se halla, en cambio, en sus últimos estertores ante nuestros ojos. No hay nada que lamentar. 



La  opinión en MEDIA COLUMNA representa exclusivamente a su autor. Usted puede reenviar y publicar libre y gratuitamente cualquier MEDIA COLUMNA tomándola de este correo o de
jorgemorelli.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario