martes, 12 de marzo de 2019

ESTA NOCHE domingo 10 marzo 2019





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MEDIA COLUMNA
Vizcarra ante la
incómoda disyuntiva


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


La renuncia de César Villanueva al Premierato era completamente innecesaria.

Nadie entiende cómo la bancada oficialista o ex oficialista o ex semi oficialista ha llegado a pensar que una crisis de Gabinete era indispensable para acaba con una tormenta en un vaso de agua.

Para matar moscas basta un matamoscas, no hace falta una silla. Esto pasa por andar mirándose el ombligo obsesivamente y querer descubrir a toda costa disputas terminales y pleitos a muerte donde estos no existen. Pasa cuando los niños están cansados y es hora de que vayan a dormir.

El problema es ahora que Vizcarra tendrá que nombrar a un nuevo Premier, y eso lo pone ante una prematura e incómoda disyuntiva.

Para cuando aparezca publicada esta columna es posible que se conozca ya la identidad del nuevo premier, que Vizcarra nombrará. Al respecto, sin embargo, no es difícil adelantar algunas premisas.

La caviarada, tonta útil del radicalismo antisistema no dejará de insinuar untuosa al oído del Presidente que no puede dejar de ir a la reelección (no importa si necesita una “interpretación auténtica”), porque es la oportunidad de consolidar la demolición de la clase política y tomar el poder con el pretexto de la lucha anticorrupción. De manera, concluirá, que es indispensable poner al frente del gabinete a alguien de sus filas o, mejor aún, a un radical disfrazado de caviar para que haya decisión a la hora de la toma del poder.

Si Vizcarra opta por esta vía, ya sabemos a qué atenernos. La batalla política final siempre será mil veces mejor que la chicha que fermenta.    

Al otro oído la voz de la sensatez se oye apagada desde la orilla opuesta. Si el Presidente desoye los malos consejos y nombra a un premier que lleve adelante las reformas que el país necesita, así sean impopulares, estará renunciando implícitamente a la reelección, pero el Perú le deberá mucho y le devolverá con creces la deuda más adelante.

Verse obligado por su propia gente a tomar en este momento la decisión política crucial de su vida cuando no era necesario, ha puesto al Presidente en un disparadero. Incómodo, mortificado con sus propias colaboradores, se ve forzado a decidir hoy implícitamente si va o no a la reelección. Si prefería seguir acariciando secretamente ese monstruito, ya no hay manera. Ha venido diciendo que no postulará, pero esos son ruidos que se lleva el viento porque ya nadie cree en las palabras. No tienen ningún valor. Son los actos los que hablan.

Y ahora, por sus actos, se halla en peligro de cometer el peor error posible, que es el de postergar la decisión. Puede no aceptarle la renuncia a Villanueva (y tragarse el sapo de pedirle que se quede, con el inevitable empoderamiento del premier que eso implica). O, peor aun, nombrar a alguien que no signifique nada respecto de la definición de rumbo que el país necesita.

Es el peor escenario, porque no se postarga la decisión política.
Pero estará renunciando implícitamente a la reelección.


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