domingo, 17 de marzo de 2019

ESTA NOCHE domingo 17 marzo 2019



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MEDIA COLUMNA
Noticias de Leonardo

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com

El 2019 se cumplen 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci, en 1519.

Alrededor de este genio de la humanidad se tejen infinidad de ficciones sobre misterios y sociedades secretas. Y no es que falten anécdotas, puesto que dejó escritas hasta instrucciones de cómo sentar a un asesino en la mesa de banquetes y tuvo, junto con sus grandes diseños de ingeniería, algunos fiascos tragicómicos como su máquina de cortar berros, que terminó matando a una cantidad de sirvientes del duque de Milán, Ludovico Sforza, quien la usaría luego más bien para la guerra contra los franceses.  

Pero si hay algo misterioso en la obra de Leonardo es el uso constante de lo que su época llamó la proporción áurea.

Proporción áurea es la que se consigue cuando se divide un rectángulo en dos partes de manera que la relación proporcional entre la parte menor y la mayor es igual a la que existe entre la parte mayor y el todo. 

Aparentemente, el primero en describir que esta misteriosa constante aparece en la naturaleza fue el arquitecto e ingeniero romano Vitruvio en el siglo 1 a.c. Leonardo la dibujó en el Hombre de Vitruvio (al descubrir que la distancia entre la cabeza y el ombligo de un hombre guarda con la distancia entre el ombligo y el pie la misma proporción que esta última medida con la altura del hombre entero).

La proporción áurea no es, entonces, un invento caprichoso. Existe realmente en la naturaleza. También en la repetición de las proporciones de las volutas del caracol, un objeto hermoso por su simetría. Su diseño se repite constantemente cada vez siguiendo el mismo patrón en la misma proporción.

Los hombres del tiempo de Leonardo le llamaron proporción áurea porque asumían que esa repetición contenía un secreto del universo que había que desentrañar o, al menos, dejar la posta a las generaciones siguientes en mensajes cifrados. Esto es lo que Leonardo hizo en todos sus cuadros, que siguen las reglas del rectángulo que se divide en dos partes, que luego se divide en dos partes y así sucesivamente dentro de una proporción constante.

Hacía siglos para la época de Leonardo que los matématicos griegos habían precisado exactamente qué proporción es esa. Es la parte mayor dividida entre la menor. Da como resultado la constante 1.161803399… Este es el misterioso número griego que llamamos Phi (no confundir con Pi, la constante geométrica que vale 3.1416…). Le llamamos Phi en honor a Fidias, escultor de los frisos del Partenón. El caracol en cada una de sus volutas crece en esa constante matemática.

Nosotros le llamamos también la espiral de Fibonacci. Los números de Fibonacci son muy simples. El siguiente número en la serie es siempre la suma de los dos anteriores. La progresión es: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55 y así sucesivamente al infinito. La tasa constante de su crecimiento es Phi.

Phi es entonces una clave de la naturaleza, que el arte imita. Aunque Leonardo quizá sospechaba que es la naturaleza la que imita al arte de su Creador. Son tal vez las noticias que nos dejó escondidas.    



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