ESTA NOCHE,
donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.
La opinión en MEDIA COLUMNA representa
exclusivamente a su autor. Usted puede reenviar y publicar libre y gratuitamente
cualquier MEDIA COLUMNA tomándola de este correo o de jorgemorelli.blogspot.com
MEDIA COLUMNA
El que amarra al sol
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
El Banco Central de Reserva del
Perú es el defensor de nuestra moneda. Para que el dólar no pase la barrera
psicológica de los tres soles, esta semana el BCR vendió acertadamente 100,
150, 200 y hasta 250 millones de dólares diarios. El viernes el dólar cedió y
el BCR solo tuvo que vender 35 millones. No importa, es lo que debe hacer. Para
eso acumuló 65 mil millones de dólares de reservas, la mitad de la cuales son
del Estado. Tiene, pues, con qué hacerlo. No vendamos barato nuestro sol de oro.
¿Alguien está interesado en devaluar?
El gobierno humalista. Con eso conseguiría una ventaja artificial para las
exportaciones y cree que con ello la economía crecería. Falso, la devaluación
no es verdadero crecimiento. Mientras el BCR defiende el sol, entonces, el gobierno
quiere devaluarlo. Obviamente, están en curso de colisión y deberíamos arrimar
una silla para ver cómo se resuelve esta pugna sorda como el choque de la placa
de Nazca contra el continente que en cualquier momento puede producir un megasismo.
La culpa es del gobierno. A la
parada en seco la inversión privada, a causa de sus señales ambiguas, le siguió
el fracaso monumental de la inversión pública para apuntalar el crecimiento a
tiempo. El gobierno ya reconoce ahora que la economía no crecerá ya ni dos y
medio por ciento este año. Y, perdido todo escrúpulo, no se le ocurre otra cosa
que devaluar y, al mismo tiempo, aumentar exponencialmente el gasto corriente para
ponerle plata en el bolsillo a la gente en estas fiestas para que gasten más y la
economía crezca algo. Es la heterodoxia de los 80 de regreso. No han aprendido
nada. El propio Keynes dijo que, en ausencia de expectativas, echarle dinero a
la economía no produce crecimiento. Y aquí no hay expectativas. La inversión privada
no va a mover un dedo ya hasta que el gobierno humalista se haya ido. No cree ya
en nada de lo que diga o haga, y hace bien.
Pero el gobierno se empeña desesperadamente
en forzar un crecimiento por razones subalternas. Faltan 18 meses para las
elecciones en las que el humalismo tratará de conseguir como sea una bancada
que lo defienda, o va a desfilar a la guillotina de los procesos judiciales
eternos. No le importa dar paso a una orgía de gasto corriente para que la
gente vote por él.
Pues bien, la economía no
crecerá. La razón es simple. Permítame un ejemplo. Si usted en estos años de
vacas gordas se endeudó en dólares para comprar, digamos, un departamento o un
carro; si le creyó a las autoridades que podía hacer eso porque el sol –le dijeron-
era una moneda más firme que Sacsayhuamán, usted ha venido a descubrir ahora
que ha sido víctima de un embuste.
Usted gana su sueldo en soles
pero paga su deuda en dólares. Y el dólar cuesta ahora cinco por ciento más que
cuando usted tomó el préstamo y puede en cualquier momento pasar a costar diez
o veinte por ciento más si el gobierno devalúa y el BCR pierde en la batalla
por la defensa del sol.
Si en este aprieto recibe usted
en estas fiestas un bono o un aguinaldo como el que el gobierno quiere regalarle
a los empleados públicos, ¿qué hará usted con el dinero? ¿Se lo gastará en regalos
de Navidad para la familia? No. Lo que hará es correr a comprar dólares para
pagarle al banco y salir de la deuda a como dé lugar.
Eso significa que no habrá consumo
ni crecimiento con el gasto del gobierno. Lo que habrá es mayor demanda de dólares
para pagar deudas a los bancos, con lo que el dólar subirá más aun complicando la
misión del BCR.
Respaldemos entonces al Banco Central de Reserva del Perú. Es el
último intihuatana, la piedra firme a la que podemos amarrar al sol para defenderlo.
REPORTE DE NOTICIAS en
Internet
Las siguientes notas periodísticas de
política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como
tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican sólo
como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.
GOBERNABILIDAD,
DEMAGOGIA, AUTORITARISMO, DEMOCRACIA
El Comercio, EFE
Bogotá. El hijo del narcotraficante Pablo Escobar, Juan Pablo Escobar, asegura que la DEA
(oficina antidrogas de EE.UU.) intentó chantajear a su familia para que dijera
públicamente que el expresidente peruano Alberto Fujimori y su exasesor Vladimiro
Montesinos hicieron
negocios ilícitos con su padre.
En una entrevista con Efe, el primogénito del mayor
criminal de la historia de Colombia adelantó que esta es
una de las revelaciones incluidas en su libro "Pablo Escobar: Mi
Padre", publicado
por la editorial Planeta y que salió esta semana a la venta.
Ese ofrecimiento, según Escobar, fue a
cambio de que la esposa y los dos hijos del que fuera jefe del cartel de
Medellín obtuvieran visas para salir de Colombia tras
la muerte del capo y pudieran vivir seguros en Estados Unidos.
"Pretendían que escribiéramos unos párrafos en un
libro donde se acusara a Montesinos de actividades de narcotráfico y a Fujimori
de haber tenido conversaciones con mi padre en agradecimiento por un supuesto
financiamiento de su campaña política", dijo el hijo del
mafioso que busca en
este libro evitar que vuelvan a ocurrir cosas tan dramáticas en su país.
En concreto la DEA pidió
a la viuda e hijos de Escobar que dijeran que habían visto con sus propios ojos a
Montesinos en la Hacienda Nápoles, la mansión del narcotraficante en
Colombia, y que este había hablado por teléfono con Fujimori, entonces
presidente de Perú, quien gobernó entre 1990 y 2000.
"Nosotros
estábamos necesitados de visa y de poder abandonar el país para salvaguardar
nuestras vidas, era una oferta muy generosa, ningún país nos quería recibir,
pero nos pidieron mentir sobre personas que no conocíamos", aclaró.
Agregó que aquello le pareció
tanto a él como a su madre "una falta de respeto".
Así, Juan Pablo acusó a su tío Roberto de haber
trabajado para la DEA y de traicionar a la familia: "Nos sorprendió que mi tío
participara en la publicación de esa información y que eso desencadenara la
renuncia del presidente Fujimori", puntualizó.
Asimismo reveló que tras la muerte de su padre se llegó
a reunir con el que fuera jefe de la DEA en Colombia Joe Toft por mediación de
su tío. "Sí, yo llegue allí (a la embajada de EE.UU.) porque estábamos en
esa búsqueda desesperada de salir del país, habíamos visitado legaciones
diplomáticas pidiendo refugio, auxilio, pedimos al Vaticano, a la Cruz Roja
Internacional, a la ONU, pero nadie nos escuchó", manifestó.
"Yo estaba desesperado porque sabía que mis
minutos estaban contados, le
pedí ayuda para salvar la vida de mi hermanita, mi madre y mi persona. Me dio
(su tío) un código (Triple A) con el que me recibieron en la embajada de
Estados Unidos, entonces hablé con el jefe de la DEA", afirmó. "Fue
una pesadilla", afirma Juan Pablo, hoy de 37 años y quien en aquel momento
era un adolescente de 16 años amenazado de muerte por los enemigos de su padre
ya muerto.
Allí comenzó un peregrinaje de la familia por distintos
países que terminó en Argentina, donde Juan Pablo vive actualmente con su
esposa, su hijo de dos años, su madre y su hermana menor.
El
Comercio
Mal
ejemplo
Carlos
Meléndez
Aunque suene contraintuitivo, la reforma política es una práctica bastante común en América Latina.
Las élites políticas –empujadas por diversos motivos e intereses– han
practicado reformas (y contrarreformas) de los marcos que regulan la práctica
política con bastante ímpetu. Tenemos reformas para todos los gustos: las
autoritarias (Venezuela del chavismo, Ecuador de Correa), las
“permanentes” (un colega colombiano me indica que en su país “la reforma es un
deporte nacional”), las voluntariosas (Chile quiere hacer una reforma, pero no
sabe muy bien para qué).
El
problema yace en que en este amplio universo de reformas, los buenos ejemplos
son excepcionales. Lo más frecuente es la reforma fallida, la contraproducente,
la inocua –en el mejor de los casos–. Mire usted a cualquier país latinoamericano:
remedos reeleccionistas en los países “bolivarianos”, compra de votos y poderes
ilegales en la política cotidiana de Colombia y México, baja
participación electoral en Chile.
Por
eso considero pertinente abandonar el ideal de los ‘best practices’. Como estos
son extraños, lo más probable es que se deban a factores idiosincráticos difíciles
de replicar. Así, los buenos ejemplos no resultan de utilidad. Propongo un
cambio metodológico para el análisis y provecho del reformismo en perspectiva
comparada: aprendamos de los errores sistemáticos, de la metida de pata ajena,
del mal ejemplo del país amigo. En ese sentido, efectivamente, vale la pena
revisar las reformas ajenas en tanto expresión de errores que no podemos darnos
el lujo de repetir.
Para
la reforma política no hay recetas (como sí la hubo en materia económica con
las reformas de ajuste). No existen fórmulas comprobadas de diseños
institucionales que nos aseguren que solucionarán los problemas asociados a
crisis de representación, personalismo, debilidad partidaria e ilegalidad.
Quien diga que tiene la propuesta adecuada, simplemente, está engañando. Ello
tiene que ver con el relativismo de cómo funcionan los incentivos
institucionales. Mientras que en el Perú un gran sector está a favor de la
eliminación del voto preferencial con el objetivo de “fortalecer a los
partidos”, en Colombia esa misma medida –practicada voluntariamente por el
uribismo– tuvo un resultado contrario: reforzó el caudillismo. Mientras que en
Chile quieren elegir directamente a los intendentes regionales para
democratizar la representación política, en el Perú las elecciones
subnacionales han debilitado aún más a los partidos nacionales. Ejemplos
sobran. Las reformas no “viajan” con los mismos resultados en todos los países.
Pero
ya que existe una “reformología internacional” disponible –creación burocrática
de la cooperación para el desarrollo sin frutos elogiables–, propongo un
ejercicio metodológico para empezar a construir el “modelo peruano”: poner a
prueba los sentidos comunes de los “reformólogos” locales (lista parlamentaria
abierta, distrito uninominal, bicamericalidad, vallas electorales, etc.) frente
a los malos ejemplos que abundan en América Latina. Si usted, hermano
latinoamericano, nos explica las torpezas de las muchas reformas que propició
en su país (Colombia es un caso prolífico con las reformas de 1991, 2003, 2009,
2011 y la actual), sea bienvenido. Si trae una fórmula salvadora, lo sentimos
pero no le creemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario