domingo, 6 de abril de 2014

ESTA NOCHE domingo 6 abril 2014

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MEDIA COLUMNA
Problemas de aprendizaje

No solo el gobierno, también la oposición y hasta las vacas sagradas tienen problemas para entender dónde está el problema de la gobernabilidad


Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorge.morelli1@blogspot.com


Lo nuevo es que la geografía de la segunda mitad del gobierno humalista será completamente distinta de la primera.

El hecho macizo es que el gobierno ha perdido la mayoría parlamentaria que tuvo prestada (o alquilada) en la primera mitad. La tiró por la borda a causa de sus problemas de aprendizaje.

Hasta que recibió el golpe contundente de la negativa de confianza a René Cornejo. Por primera vez, la oposición reunió en contra 70 votos de 130. Estamos en otra realidad.

En lo sucesivo el gobierno tendrá que hablar educadamente al Legislativo. Es posible que el oficialismo contemple ceder la Mesa Directiva a la oposición en julio en la esperanza de reconstruir la mayoría perdida. Pero la oposición ya tiene conciencia de su mayoría. Si el humalismo cede la Mesa, será  señal de debilidad. El poder ha cambiado de lado. Lo tuvo el gobierno, ahora lo tiene la oposición.

Nunca falta el que no entiende el escenario y actúa como en un universo paralelo. Durante toda la primera mitad, esa conducta ha sido la del gobierno comenzando por la cabeza misma. Tienen serios problemas de aprendizaje.     

Sin propósito de enmienda, el Presidente, Mario Vargas Llosa y la bancada de gobierno, lejos de reflexionar sobre lo ocurrido y crear condiciones para un diálogo constructivo, han salido a pechar a la oposición. No advierten que con esta actitud consolidan definitivamente la pérdida de la mayoría parlamentaria.

Y a toda costa Humala trata ahora de convertir su riña personal de floretes con Alan García en un conflicto de poderes entre el Legislativo y el poder Judicial. No previó que el mismo juez que defendió a Javier Diez Canseco ante el Congreso defendería a García con los mismos argumentos (por segunda vez). Era una guerra avisada. Humala dijo que el pleito es del Congreso con el poder Judicial.  Mal hace el Presidente en insistir en incendiar la pradera tratando de convertirlo en un conflicto de poderes.



La democracia mediocre

“Democracia mediocre” la nuestra, ha dicho Vargas Llosa. Se consuela pensando que su mejoría es inevitablemente cuestión de tiempo, un asunto cuantitativo, incremental, progresivo, paulatino.

Vargas Llosa necesita saber que nuestra democracia mediocre no está haciendo ningún progreso gradual en la dirección que debe.

De hecho, lo que ha estado sobre la mesa en los últimos días es el 5 de abril. Se han pronunciado las demás vacas sagradas –De Soto, Julio Cotler- sobre aquel episodio de 22 años atrás. Siguen hablando de los mismo, pero lo peor es que siguen diciendo lo mismo.

Es hora de replantear todo el debate de la cuestión.

La transición de una democracia de baja gobernabilidad y sin equilibrio de poderes como la nuestra -mediocre, como dice Vargas Llosa- a una democracia seria es lo que hicieron Alemania después de la Segunda Guerra, Francia con la Quinta República de De Gaulle en 1958, España con Adolfo Suárez al final de Franco en 1979.

Supone escapar del círculo vicioso de la demagogia y el autoritarismo –tesis y antítesis- en que estamos atrapados y dar el salto cualitativo a la síntesis de una democracia con equilibrio de poderes y alta gobernabilidad, una poliarquía como la llamó Robert Dahl el viejo profesor de Yale.

Nuestra dinámica política actual –igual que la anterior al 5 de abril, no en balde se parecen- aun nos lleva del peligro de la demagogia al del autoritarismo. Es una travesía entre Escila y Caribdis.

Pero la recaída en el autoritarismo es lo que se halla en la agenda hoy, nuevamente. Desde Cuba y Venezuela hasta Argentina, Bolivia y el Ecuador, en pleno siglo XXI América del Sur todavía no hace la transición desde una democracia mediocre a una democracia de verdad. Y tampoco el Perú está a salvo de la recaída. Por eso es que el tema del 5 de abril sigue en el centro de la mesa.

En este sentido, el gradualismo al que Vargas Llosa se resigna es un engaño. El paso del tiempo no arregla nada por sí mismo. Las instituciones no mejoran con el tiempo. No pueden hacerlo cuando hay un problema de diseño, una falla en la arquitectura misma de la democracia.

No hay equilibrio de poderes. Es por eso que tenemos una democracia de baja gobernabilidad. Eso es lo que ha hecho de la nuestra una república demagógica o, como prefiere llamarla Vargas Llosa, una democracia mediocre.

Tenemos que hacer en el Perú el esfuerzo deliberado y consciente de rediseñar el equilibrio de poderes.


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